sábado, 23 de febrero de 2008

Obituario de teatro 1

Adiós Lucho: ¿te acordás? Nos conocimos allá en 1966, en el bar Viena, debajo del Hotel Bolívar, reducto de teatristas, inconformes e intelectuales. Tomamos cafés y otras yerbas en los pasillos del Club de Teatro, en charlas con Gregor Díaz, Reynaldo D'Amore, Eduardo Cesti. Nos encontrábamos en el Tívoli de la Colmena hasta altas horas de la noche para ir diagramando propuestas que revolucionaran al teatro limeño o, al menos, lo sacaran de una larga y aburrida siesta. Tu presencia era imprescindible. Llegabas siempre con tu bolso negro (una especia de cartera colgado al hombro) y esta chispeante mirada cargada de ideas y no excenta de algún incontrolable cinismo. Defendías tus criterios en voz alta y con el mismo ímpetu comías esos enormes sánwiches de jamón y huevo, mientras vociferabas feroces venganzas contra aquellos que no se atreviesen, al menos de vez en cuando, patear algunos traseros con la ética y la estética. Eras un provocador. Así te conocí y te respeté en esa Lima gris y húmeda de aquellos años. Después tuvimos la oportunidad de encontrarnos muchas veces, compartir lomos saltados, sueños y aventuras. Fuiste el anfitrión por el cual conocí a otros argentinos, algunos escapados, otros expulsados que llegaban esa ciudad de paso o a paso de fugitivos. Nunca voy a olvidar esa noche, en el Haití de Miraflores cuando entraste decidido a trompearte con algún otro teatrista, con quién tus diferencias estéticas era irreconciliables. Así eras: capaz de resolver discrepancias artísticas a los puñetes. Además de riguroso con tu trabajo y generoso con tus amigos. Se te va extrañar, Lucho. Al menos aquellos pocos que quedamos del grupo Teatro de la Peste. Y de los que tuvimos, aun como simples espectadores, la posibilidad de entender y expectar tus puestas en escena. De algún lugar de la memoria, mi sentido homenaje a este hombre de teatro, amigo y compatriota.
Gustavo Mac Lennan todavía en Baires 4816 5641
gustavomaclennan@gmail.com

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