sábado, 23 de febrero de 2008

¿Oyeron hablar de Haroldo Conti?

GENTILEZA DEL SITIO REVUELTO MAGALLANES
HISTORIAS DEL AGUSTINO

¿OYERON
HABLAR DE
HAROLDO
CONTI?

Por Gustavo Cirigliano

La realidad supera lo escrito y lo temido (dijo el Agustino como si pensara en voz alta). La realidad nos recuerda que Haroldo Conti es de la misma generación que los dirigentes del Proceso pero mientras uno era, en el escenario de la vida, el protagonista de un testimonio, que eso es ser mártir, los otros sus antagonistas eran los dictadores de la muerte. Y a mí me queda un sabor amargo (añadió el Agustino) como si toda esta historia pretendiera convencernos de que ningún intento se logra. ¿Uno existe? se pregunta Conti. (Y se retiró con pesadumbre).

¿Uno existe? (el Agustino lanzó enigmáticamente un anzuelo, buscando engancharnos. No dije nada porque suponía que él quería contar algo).
¿Oyeron hablar de Haroldo Conti? Seguro. (se respondió). Bien, un amigo mío, que solía participar de estas reuniones (aclaró), me escribió contándome cosas sobre aquél. No, yo no lo conocí (dijo) solo leí algún libro suyo. Esta es la carta, que alguien la lea para todos (y Jorge comenzó:)

"Estimado Agustino:
Vd. mencionó más de una vez el nombre de H.C. Revolviendo papeles encontré entre las páginas de Sudeste una carta enviada en enero de 1973 aunque viene sin fecha ni lugar. Permítame transcribírsela e irla comentando:

Gustavo viejo y peludo:
Tardé en responder tu carta porque ella tardó en juntarse conmigo. Sucede que hace varios meses que falto de mi casa. Un día me fui después de muchos amagos en ese sentido en los que nunca creí. Pero llegó el día y me fui. No sé si volveré alguna vez.

Hacía muchos años que no lo veía, quizá diez. Ahora han pasado más de veinte de su desaparición. Releer la vieja carta es encontrarla llena de vida, de inmediatez, de coraje, de afirmación de sí, de llamar sin vueltas a las cosas por su nombre. Querer hacer comentarios y ubicar en el tiempo lo que es vital quizá empobrezca todo.

La carta se origina en lo siguiente: aunque hacía mucho que no lo veía, estando en la Universidad Nacional de Salta tuve la intención de que Haroldo aceptara el cargo de profesor titular con dedicación exclusiva en esa Universidad.

Es a esa oferta que Conti responde. Pero más: cuenta una parte de su historia personal, quizá explicable porque fuimos compañeros de estudios en el Seminario y luego en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Ser condiscípulo permite cierta confianza mutua. En cambio la amistad es un enigma que no se merece ni se adquiere. Siguen sus líneas:

Sería largo y fuera de propósito relatarte esta triste historia. Mi fuga coincidió con una novela que comencé a toda máquina. Parecería que una cosa no pega con la otra. Pero sucedió así. Y lo que es más extraño esta novela, que representa un cambio en mi temática, esta llena de alegría.

Yo imagino que hacia comienzos de l973 debería estar escribiendo Mascaró. Pero como no soy hombre conocedor de literatura puedo equivocarme. Ahora permítame, Agustino, que me remonte a otro Haroldo, en un tiempo que va del año 43 al 46.


Estudios en el Seminario

Aroldo (sic) Conti Lombardi, hijo de Pedro y Petronila, ingresó oficialmente al Seminario Metropolitano Pontificio de Buenos Aires, sito en Villa Devoto, el 24 de septiembre de 1942 -día de la Virgen de la Merced- Digo oficialmente, porque el día real de ingreso puede no coincidir, o sea suceder antes o después de esa fecha.

Haroldo había estado dos o más años estudiando con los Salesianos. Por eso venía ya con formación previa que le permitió ser asignado a la "tercera división". Vd. sabe lo que esto significa: que entró con una edad superior a la de los demás ingresantes los cuales eran destinados a la "cuarta división".

Debía por tanto superar los 15 o 16 años. Como cada uno de los cuatrocientos seminaristas tenía un número, a él le asignaron el 164.

Los menores llevaban un guardapolvo gris con un cinturón negro y si aún llevaban pantalón corto calzaban medias negras largas hasta el muslo sostenidas por una cinta elástica, bien al estilo del siglo XIX, cuyo clima seguía vigente en esa institución. El domicilio familiar que figura en la Ephemerides es Félix Lora 55, Buenos Aires, y pertenecía a la parroquia de Santa Julia.

Yo viví siempre un poco mis personajes. Coincido exteriormente con estos nuevos en el sentido que tanto yo como ellos emprendemos un largo vagabundeo, que de eso trata esquemáticamente la historia.

En la edición del año 1943 aparece cursando el quinto año, o sea el último del Seminario Menor.

No parece que su conducta fuera digna de encomio desde el punto de vista de una persona dedicada a la vida religiosa, ni tampoco era reprochable.

Obtiene una "mención honorífica" en la materia "Literatura Latina" y otra en "Composición latina", un primer premio en "Composición castellana" y un accesit (o segundo premio) en "Preceptiva Poética". Vd. no desconoce que existía la costumbre de otorgar a fin de año premios (primero, segundo y menciones), por materia, a los mejores estudiantes de cada curso.

Puede parecer esto un punto muy menor pero uno nunca sabe qué indicio del futuro anticipa. Vd., Agustino, como religioso, comprende lo que significan estas cosas en un seminario o un noviciado.

Por ello permítame que le transcriba las calificaciones que H.C. obtuvo, que son el promedio de cuatro evaluaciones correspondientes al año 1943:

Preceptiva literaria: 8.50
Literatura latina: 8.50
Poética: 9.75
Historia de la literatura: 9.25
Canto gregoriano: 9.50
Cabe observar que con más de 8.50 el alumno quedaba eximido del examen oral final o sea que las cuatro restantes fue a examen. Viendo esos datos sorprende y no sorprende comprobar que habiendo entrado casi a fines del año anterior, se destaque como el mejor estudiante de Composición Castellana (Redacción literaria, diríamos hoy).

Vivo de aquí para allá, con 5 valijas a cuesta y un cajón de libros. Y eso que a los demás les parece un motivo de desesperación a mí casi me alegra porque a los 47 años largué todo al carajo y me eché al camino. En concreto, estuve un mes en el mar, otro en el campo, y éste, enero en la isla.

En la carta aparece el mar. Sus amigos recuerdan que ese viaje por mar culminó en naufragio frente a las playas de Maldonado. Aparece también la isla una presencia siempre significativa en su vida -y en su obra- ya desde cuando cursaba la Facultad. "Cuando tengo la idea de un cuento, me voy a la isla" le dijo a su amigo SPB. Pero lo que quiero contarle ahora nos remonta a medio siglo atrás. Ocurría en otro enero y febrero, en "La Montonera" -nombre extraño si se la menta en 1973- una estancia perteneciente al Episcopado y facilitada para que en ella los seminaristas pasaran sus vacaciones. Lugar: Pilar, junto al río Luján. Allí tuvo Haroldo experiencias que valdrá recordar luego.

En 1944, se encuentra cursando el primer año de Filosofía, había pues accedido al Seminario Mayor. Para su información le señalo que en la página 41 del Anuario 1944, puede Vd. ver una foto de Conti con sotana la que había vestido el año anterior. Cercano a él detecta Vd. a Emilio Ogñenovich, obispo de Mercedes. Las vueltas de la vida, los destinos opuestos, el arriba y el abajo.

Este año su conducta habrá sido más conforme con las expectativas de las autoridades pues le concedieron el Premio de segunda clase en conducta, entre nosotros se trata de un premio menor. Y obtiene un 8 en Lógica pero en Ontología, posiblemente debió ir a examen final.

Allí me encontró tu carta. La novela, dicho sea de paso, es un compromiso con cierta editorial de España. A plazo fijo. En resumen, de aquí a julio, por lo menos, no tengo otra cosa que hacer que escribir como un loco.

No sé cuál sería la editorial española.

De pronto me acordé de Haroldo aviador, porque también lo fue, ayudante de dirección en el cine que también lo era cuando estudiante en la Facultad. Me acordé también -¿o lo inventé?- que alguna vez me preguntó si éramos parientes. Mis familiares de Azul tenían ramificaciones en la provincia. Pero completemos la historia con los papeles que tengo. Aunque asoma un par de recuerdos. Extrañas cosas pueden suceder en un Seminario.

En 1945 se transmitió por radio al mundo entero la explosión atómica en el atolón de Bikini. El superior, tal vez creyendo que eso era un avance científico, reunió a los seminaristas para que escucharan la transmisión. El mismo, en esa "Montonera" ya nombrada, con su rifle cazaba o sea mataba palomas. ¿Qué recuerdos quedan en la conciencia de un entre niño y adolescente? Pero sigo, Agustino.


Dirigiendo teatro

Al año siguiente, 1945, Haroldo cursa el segundo año de Filosofía en el Seminario Mayor. El Anuario de 1945 trae, en la página 58, un relato de lo acontecido el jueves 22 de febrero de ese año:

"Con su acostumbrado tacto y buen gusto artístico, los filósofos se descolgaron impromptu con un autosacramental: El gran teatro del mundo, de Calderón. Todo allí sobresalía: los decorados, la exacta caracterización de los personajes (a pesar de la carencia de elementos), los efectistas juegos de luz, el fondo musical, en fin, la actuación destacada de todos, actores, electricistas, decoradores, etc. Que nos hicieron pasar una noche plena de gusto estético".

Permítame que abunde en esto y reproduzca la crónica de la página 29 ilustrada con tres fotografías: "Representación (Auto Sacramental). Bajo un hermoso cielo estrellado y con los altos pinos del parque por fondo escénico, el 22 de febrero, los filósofos presentaron el precioso auto sacramental de Calderón de la Barca, El gran teatro del mundo". Disimulará

Vd., Agustino, el estilo medio cursi pero con seguridad en las revistas mundanas de aquel tiempo hallaría similares expresiones. Sigo:

"La obra, adaptada y dirigida admirablemente por el señor Haroldo Conti, contribuyó poderosamente a darnos una idea más cabal y exacta del género, cultivado por el gran maestro español y apreciar más de cerca la belleza de la forma, estrechamente unida a la sublimidad del tema. Esta representación marcó un gran paso en las actividades artísticas de nuestro cuadro dramático". Creo, Agustino, que valió demorarse un poco en la transcripción. Haroldo tenía entonces 19 años.

También sobre estas intervenciones de H.C., Santiago Polito Belmonte, que fuera su compañero ha publicado en 1998 un texto que reproduzco: "Haroldo era un fuera de serie: ilustrador, músico, poeta, director, cuentista, arreglador, comediante, inventor, deportista.

Digiglio, cuatro años menor, se circunscribía más al teatro, pero era asombroso y cuando se juntaban los resultados era notables: en enero y febrero de 1947 [corrijo a Polito, fue el jueves 14 de febrero de 1946] en el parque de la estancia La Montonera en la que veraneábamos, concretaron la realización nocturna -no cantada sino hablada, por supuesto- del primer y tercer acto del "Parsifal" de Wagner, con una escenografía espectacular, realzada técnicamente por una iluminación fantasmagórica en base a los equipos lumínicos que nos habían prestado los Estudios Cinematográficos San Miguel.

El castillo de Klingsor (maderas y cartones) no parecía verosímil en el escenario natural del parque; José Digiglio certeramente encontró la solución: pegar con cola de carpintero vidrios molidos sobre los bastidores; el efecto resultó alucinante. Haroldo Conti, que estaba en todas, fue el director general de la obra. José Digiglio el director escénico. Tampoco se privaron de actuar: Haroldo, flaco, alto y narigón, peluca mediante, hizo el papel de la bruja Kundry, José el de Primer Caballero en el acto inicial y hasta yo tuve mi primera y única actuación escénica en el brevísimo papel del malvado Klingsor.

La puesta fue realmente memorable y los comentarios del público asistente, unánimemente laudatorios". Hasta aquí los recuerdos de S.Polito.

Vuelvo. Poco supe de su posterior interés teatral. Sólo recuerdo que por la década del 60 o antes me entregó una obra de teatro que llevé a P. Asquini, quien luego de algún tiempo me la devolvió señalando que no estaba en su línea y posibilidades, o algo así. No recuerdo ni el título ni el tema de la misma Quizá alguien tenga copia. Quizá Polito recuerde su nombre. Este me sugiere que debe haber sido "Examinado". De verdad, no lo sé.


En la Facultad

Aquel año de 1945, en sus estudios obtuvo una mención honorífica en Cosmología alcanzando un 8.50 de promedio. En 1946 está cursando el tercer año de Filosofía pero en 1947 no figura en la Ephemerides. En algún momento de 1946 debe haberse retirado de la institución.

Inclusive voy a tener que pedir licencia en el colegio. Las posibilidades son muy buenas. La única joda es el escaso tiempo que tengo por delante. En cuanto a tu oferta, ante todo gracias de corazón. Objetivamente me vendría a las mil maravillas.

No sé en qué colegio estaba enseñando en ese momento, 1973. Tengo la impresión de que lo hacía en un colegio nocturno. ¿Qué enseñaba? Posiblemente Latín en la Escuela Normal Sarmiento, de Callao y Corrientes, donde tuvo fama de ser intolerante con las alumnas.

Recuerdo a Haroldo, quizá equivocadamente, como poseyendo bajo una apariencia tranquila una violencia contenida. Famosa se hizo la pelea en la vereda y a trompadas que tuvo con uno, o los dos, Benitos, mozos del Café Florida en los tiempos de Facultad. Como consecuencia se le prohibió el ingreso al Café.

Bueno es recordar compañeros de estudios de entonces: David Viñas, su hermano Ismael, Ramón Alcalde, Gerardo Andújar, Juan José Sebreli, Héctor M. Angeli, Jorge Masciángioli, Noé Jitrik, Darío Cantón, Saad Chedid, Juan Antonio Carrau, Fulvio Milano, Carlos Grieben, Nicolás Cócaro, Jorge Cruz, Ansgar Klein, J. Pérez Amuchástegui, Elizabeth Azcona Cronwell, Clara Fernández Moreno, Ana Goutman, Nelly Schnait y la lista seguiría... No sé, algo quizá tenga que significar eso. Vd., que siempre anda buscando "estructuras" para interpretar los hechos, quizá encuentre alguna que estructure tales nombres. Generación para proponer, para castrar, para frustrarse.

Buenos Aires está terminado para mí, me enferma. Es el escenario de toda mi vieja historia. Creo que fue el que jodió todo el asunto. Yo soy de afuera, por nacimiento y vocación.

Había nacido en Chacabuco el año 1925 y siempre se sintió de la provincia de Buenos Aires. Creo que la isla del Tigre significaba liberarse de la Capital.

De manera que lo tuyo me vendría al dedo. Pero está esa novela, nunca hice nada a nivel universitario, tendría que ponerme al día, leer como un forzado, todo lo cual lleva ese tiempo que necesito. Si hay forma de calzar en el futuro, después que salga de esto, lo haría.

Ahora se me enciman estos rasgos: vagabundo, viajero, selvático, afectivo, impulsivo, violento, de arranques, directo, agradecido, de humor, con preguntas de golpe profundas, coloquial, franco, vive un poco sus personajes, mar, río, pesca, vuelo, campo, aventurero, gozar de la vida como venga, audaz, seminarista, profesor, entusiasta por el cine, se siente del interior, marginal, solo. Fatalista. No sé si acierto. Pero lo curioso es que casi todos esos rasgos aparecen en su carta.

En otras palabras, no me taches para siempre. Puede que mañana salga algo parecido o más o menos se mantenga esta posibilidad. En cuanto a aconsejarte algunos tipos sólo pude hablar con uno de ellos (no tengo teléfono, estoy fuera de circulación, no veo a nadie) el cual está más o menos en mi situación. Las cosas siempre se dan así. Hace unos meses me rompí el culo para conseguirle algo y no salía nada. Ahora que está esto le ofrecen la dirección de un periódico.

Sinceramente no sé a quién se refiere, estimado Agustino. Algún día lo sabremos y él le podrá informar más.


Una extraña visión

Haroldo es secuestrado y desaparece el 4 de mayo de 1976, por ese entonces yo estaba viviendo en Lima con mi miedo y mi depresión que luego requirió tratamiento. Vd. sabe que en 1977 me instalé en Caracas, y que viajé a Buenos Aires en 1979 y 1980. Un amigo mío propietario de una editorial me dio entonces la información o la esperanza de que Haroldo había sido sacado del país por intervención de los jesuítas y estaba en Alemania siendo recuperado. A fin de 1980 cuando me instalé en Alicante yo creía o quería creer esa historia.

Quedan otros para hablar y, si te interesa, lo haré apenas los ubique. Es un poco difícil haciendo esta vida errante y bastante selvática. De paso, si me escribes, díme si te quedas por ahí.

Fue entonces cuando sucedió ¿sucedió? algo que no olvido. Habíamos ido con mi mujer y mi hija a una reunión de comunidades de base en Orihuela. Era por agosto o septiembre de 1981. Ví una persona exactamente igual a Conti. Se lo dije a mi mujer y a E.A.E. pero éste no había conocido a H.C. Yo estaba como obsesionado. Pero no me atrevía a encararlo.

Lo miraba insistentemente, esperando me viera. Estaba acompañado de una señora. No me reconocía. Traté de acercarme. Me pareció que llevaba unas botas o zapatos especiales con una pieza metálica. Mi decepción fue fuerte, hablaba con un claro acento andaluz. Le ahorro todas las interpretaciones que imaginé.

Pero aquello resultaba un enigma o un misterio frente al sentido común que preguntaba: ¿qué podía estar haciendo Conti en Orihuela?

Yo debiera viajar por una película que se está filmando actualmente, a la Rioja. Si no lo hago ahora podría hacerlo más adelante por la novela. Allí me ofrecen casa de asiento. Además la historia se orienta en paisajes más o menos agrestes como aquellos.

Creo que la película a que hace referencia la carta es la que dirigió, por 1972-73, Nicolás Sarquis y que lleva por título La muerte de Sebastián Arache y su pobre entierro para la que Haroldo fue el autor de los diálogos y tal vez de la adaptación.

Quizá todo el que pudo salir del infierno del Proceso lleva adentro una sensación de culpa, por los que no pudieron hacerlo. Será por eso que yo creía la versión de su envío a Alemania. Hoy, 1999, Haroldo sigue desaparecido.

Bueno, Ciri, esto es más o menos lo que tengo para decirte. Te agradezco de corazón tu ofrecimiento. En momentos jodidos como éste cae muy bien el recuerdo de un amigo que uno perdió de vista. Quiere decir que uno todavía existe. ¿Existe?

Fue así como Conti no llegó a ser profesor de la entonces recién creada Universidad Nacional de Salta que comenzó a funcionar en marzo de 1973 con un Ciclo Básico que pretendía un enfoque latinoamericano. El enfoque no duró más que un soplo. A veces quiero pensar que la vida de Conti hubiera sido otra de haber aceptado ese cargo en Salta. Puras fantasías, Agustino.

Un abrazo
Haroldo
Mi dirección: Hipólito Yrigoyen 2934, 8º B
El tubo: 97-2143 (Es la casa de mi hermana. Desde ahí me ubican donde quiera que sea).


La carta

Esta es la historia de una carta que vuelve a conmover porque desparrama vida. Es también, Agustino, la historia de casualidades: esa, como le dije, cierta confianza tal vez inexplicable que da el haber sido compañeros de estudio y que permite dirigirse francamente al otro que nos conoció la novia estudiantil, que compartió algún baile en el Club Sirio-Libanés o nos acompañó en la espera enervante de un examen.

Agustino, Vd. resultó la ocasión para que armara este texto donde lo único que importa es la carta, a la que presuntuosa e indebidamente agregué comentarios, paráfrasis y recuerdos. Pero con los años uno descubre que toda vida reclama ser leída como una biografía. Entonces uno reúne, subraya y organiza todo lo que conduzca al final.
Un abrazo cordial. Volveré a verlo para que me cuente cómo anda el Proyecto Agustino para cuando se derrumben los imperios del S. XX y deban venir los tiempos de la Sabiduría."

(Hay unas iniciales, agregó quien leyera la larga carta que el Agustino guardó y nos miró esperando quizá algún comentario. Qué doloroso es todo, dije para mí, cuánto fracaso, es como una película que no se puede volver a filmar, que hay que tomarla como quedó, con lo filmado y lo interrumpido. Me gustaría publicar esa carta, le dije al Agustino).

No, aún no (me contestó). Difundir una carta implica manejar una intimidad que hay que proteger, revestirla. (Condicionaba el Agustino y yo pensaba: comentarla es un modo de preservarla, de rodearla, de cubrirla, encerrándola en otra carta.)

La realidad supera lo escrito y lo temido (dijo el Agustino como si pensara en voz alta). La realidad nos recuerda que Conti es de la misma generación que los dirigentes del Proceso pero mientras uno era, en el escenario de la vida, el protagonista de un testimonio, que eso es ser mártir, los otros sus antagonistas eran los dictadores de la muerte. Y a mí me queda un sabor amargo (añadió el Agustino) como si toda esta historia pretendiera convencernos de que ningún intento se logra. ¿Uno existe? se pregunta Conti. (Y se retiró con pesadumbre).
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