lunes, 25 de febrero de 2008

Curri Vitae

Gustavo Mac Lennan (65)
4813 0585

Representantes:
En Lima: Gian Franco Ormezzano: 9856 3441
Camila Mac Lennan: 279 1201
En Buenos Aires: Jorge Gómez & Asoc.: 4854 2055

Santa Fe 1442 – Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
CE N48382
DNI 4389406
gusmac@iplanhome.com.ar
Sindicato de Actores del Perú (hoy SAIP)#345 (1980)
Locutor profesional M 318 –Asociación de Locutores del Perú (1978)
Socio Asociación Argentina de Actores # 14935 (1993)
Doblador de voces # 14935/3 (1994)


TEATRO.
(de 1962 a la fecha, representa 86 obras)
(Primeros trabajos)
Argentina.
1962. El aniversario, El oso. A. Chejov. Circuitos barriales.
1965. No hay piedad para Hamlet. Mario Trejo-Alberto Vanasco. Teatro del Altillo –Premio Revista Teatro XX. Direc.: Alberto Cousté
1966. Artaud 66, una antología del Teatro de la Crueldad: AC
Los Cenci, A. Artaud
Severa vigilancia, J. Genet
Hamlet, Ch. Marowitz. Instituto Di Tella.
Perú.
1966. El mueble J.Teardieu. AC
El retintineante tintinear. N.F. Simpson. AC
1967. Luv, Murray Schisgall AC
Leonce y Lena, G.Büchner. 1er. Festival de Teatro de Vanguardia, Lima. Ricardo Rodriguez Muñoz
Francia.
1968. Trilce y España, aparta de mí este cáliz, César Vallejo. Raúl Galli
Argentina.
1970. El pullover, creación colectiva. Teatro callejero. MCBA.

Lima, Perú.
1992. Vidas privadas, Noel Coward, con Oswaldo Cattone. Coprotg. OC
1992. Aprobado en castidad, Luis Peñafiel, con Lola Vilar. T. Montecarlo. LT
1991. Chismes, N.Simons. Coprotag. Direcc: Oswaldo Cattone. Teatro Marsano. OC
1990. No te tires del balcón, Julieta. Coprotag. Teatro Canout. CT
1990. Así bailaron, musical danza-teatro. Protag . Teatro Canout. CC
1989. La pernacchia, Darío Fo. Direcc. Sergio Arrau. Protag. Teatro Canout. SA
1987. Hello Dolly, Thorton Wilder, con Lola Vilar. Coprotg. T. Montecarlo.JV
1986. Quién es quién, con Anita Martinez. Coprotg. Real Teatro.
1985. Flor de cactus, Abe Burrows, con Linda Guzmán. Coprotg. Real Teatro.
1984. Siempre hay una segunda vez, con Gloria María Ureta. Coprtg.
1983. Tal para cual, Alfonso Paso, con R. Alcóver. Coprotg. T. Montecarlo.
1983. Nacida ayer, Garson Kanin, con G.M. Ureta. Coprotg. T. Montecarlo.
1982. 40 Kilates, Barrilet y Gredy, con G.M.Ureta. Coprotg. T. Montecarlo.
1981. La libélula, con Regina Alcóver. Coprotagónico. Teatro Montecarlo.

Argentina.
1996. Masada, A.Pérez Pardella. Teatro Fray Mocho. C.C. Recoleta.
1997. Ilusiones del viejo y la vieja, Juan Villalba. T. Fray Mocho.
Los Mirasoles, J. Sánchez Gardel. T. Fray Mocho. C Cultural Adrogué.
Homenaje al Circo Criollo, Direcc: D. Pérez Guerrero.
El debut de la piba, Roberto Lino Cayol.
Entre bueyes no hay cornadas, José Gónzalez Castillo.
Teatro Fray Mocho, Centro Cultural del Sur. Centro Cultural Recoleta.
1998. La ley de Wimpy, D.Pérez Guerrero, Actor’s Studio.
1999. “ “ Teatro “El Vitral”.
Los patriotas acreedores, de V. Gardief, Centro Cultural del Sur GCBA.
2000/01 Tobogán, una historia de caída, de Daniel Valenzuela, Teatro “El Vitral”.
2005 Cuando te mueras del todo, Chacarerean Teatre, direc.: Lía Jelin
2006/2007. Espacio vital. Teatro La Tertulia-CCRojas. Direc.: Martín Tufró.

TELEVISION.
Lima, Perú.
1991. Velo negro,velo blanco, (TN), reparto.
1990. Tardes de cine, (C11). Conductor.
1987. Hombre de ley, (S), protag. “ “ “
1986. Los Pérez Gil (S)
1986. Gamboa, (MS)(TN), coprotag. Direcc: Luis Llosa
1985. En familia,(TN), Protag. Direcc: Rodolfo Ledo.
1984. Carmín, (TN). Coprotag.Direcc: Luis Llosa.
1983. Matrimonios y algo más, (S) Protag.
1982. La pensión, coprotag. (MS)
1981. Todo un hombre, M. Unamuno. Protagónico (MS)
Argentina.
1993. Primer Amor, (TN).
Uno más uno, (S)
Casi nada, casi todo, (TN)
Diosas y Reinas, (S)
Tal para cual, (S)
1994. Déjate querer, (TN)
Montaña Rusa, (TN)
El amor tiene cara de mujer, (TN)
Cara bonita, (TN)
La estación de Landriscina, (C)
1995. Con alma de tango, (TN)
Sin condena: Evita (S)
Poliladrón, (S)
Mujercitas, (TN)
1996. Dibu (CS)
2004. Simuladores (S)
2005. Amor en custodia (TN)
El patrón de la vereda (TN)
Amor Mío (S), Argent., México.
Floricienta (TN)
Hombres de honor (TN)
2006 Algo habrán hecho (MS)
Alma Pirata (TN)
CINE. (Perú)
1979. Abisa a los compañeros, (LM) Direcc: Felipe Degregori. Protagónico.
1987. Misión en los Andes, (LM), Direcc: Luis Llosa. Reparto.
1983/1992. Participación en 22 cortometrajes.
(Argentina)
2004. Ay, Juancito, direcc. Héctor Olivera. Reparto
2006. El pasado, direcc. Héctor Babenco. Reparto
1993/2006. Participación en 15 cortometrajes.
OTROS.
1981. Doblador de voces. En Argentina desde 1993, autorizado por AAA.
1983. Locutor profesional (Lima, Perú).
RADIO
1980. Radio Stéreo Lima 100 FM – Conducción (Lima, Perú).
1996. Media Tierra, RadioActiva 106.3 FM – Conducción (Arg.).
1998. Media Tierra, La Región 92.5 FM – Conducción.
2002. El tranvía de las 23. Radio Esmeralda AM850. Conducción (al aire).
2005. Mano a mano Radio Libre FM99.3
Con todo al aire Radio Espacio Buenos Aires FM89.7 y FM102.7.
2006/2007: Radio de la RNMA –Red Nacional de Medios Alternativos.

3. Formación profesional.
1987/1989. Teatro de Bertold Bretch, Peter Fröster, Lima. (RDA).
1970. Lee Strassberg en Buenos Aires, TMGSM.
1964. Miembro fundador del grupo: Teatro de la Peste.
1963/66. Alberto Cousté.
1963. Maquillaje: César de Combi.
1962/63. Carlos Gandolfo.
1962. Mimo: Norman Brisky.
1962. Iluminación teatral: Lorenzo Tabernero.
1962. Expresión corporal: Otto Bemberg.
1960/61. Oscar Fessler, ITUBA.
1959/60. Augusto Fernandes.

5. Premios, distinciones y/o menciones.
1987. Premio CIRCE, Mejor Actor de Teatro
1990. Premio CIRCE (Círculo de Cronistas del Espectáculo), Mejor Actor de Teatro, Lima-Perú.
1990. Premio DIANA (Círculo de Críticos de Teatro), Mejor Actor de Reparto, Perú.
1979/1992: 9 nominaciones personales, 6 nominaciones grupales.
1964. Premio Mención Especial Revista Teatro XX, No hay piedad para Hamlet.

sábado, 23 de febrero de 2008

Políticas culturales

La segunda lección de Kathinka
Instituto Goethe (9/8/2001)

La primera fue en octubre del año pasado, en ese mismo lugar, y el tema: Políticas Culturales. Hoy era otro: Industrias Culturales. Éramos unas ochenta personas (y algunos pocos personajes). Por decir lo menos, lo de Dittrich* fue brillante. Hizo un relato pormenorizado de cómo se estructura esta actividad, no sólo en su Alemania natal, sino en la nueva Unión Europea (toda Europa menos Suiza). Y lo hizo siguiendo a pie juntillas dos de sus consignas: a) pensar globalmente y actuar localmente, y b) los políticos sólo entienden con cifras contundentes, estadísticas al día y sistemas bien diseñados. Su intervención de poco más de cincuenta minutos versó no sólo sobre los logros en la pequeña ciudad de Colonia, sino en toda Alemania y se extendió a esa instancia tan poco comprensible para nosotros, el supra Estado multieuropeo. Definió en pocas palabras al enemigo más peligroso: Estados Unidos. Es más, a la hora de la ronda de preguntas con el público, le señaló a la representante yanqui los defectos y puntos flojos que tiene el sistema norteamericano hoy día con respecto a la educación y la cultura. No es fácil hacer esto en un contexto como el nuestro deslumbrado por lo que nos impone Estados Unidos: relaciones carnales y paridad (¿¿??) peso/dólar incluidos. Tuvo la gentileza de escuchar los dislates que contó la representante de la Unidad de Cuentas Nacionales (que elabora el PBI argentino) y que intenta hacer desde el gobierno una investigación sobre el comportamiento de los actores culturales, y que confesó que no sólo los organismos privados la miran con recelo pensando que es una pesquisa tributaria, sino que los propios estamentos del Estado le niegan y ocultan cualquier información. Pero así y todo nos brindó, traducción de por medio, una variada visión de las Industrias Culturales, del otro lado del charco. Las definió, las agrupó, las delineó, hizo ácidas críticas y lanzó algunas propuestas —como la de la creación de una Feria de los Medios—, propuesta que tomo ya para aplicarla en el marco del Mercosur en su intento de integrar al Perú en este rincón del planeta. Señaló que la economía de la cultura tenía tres patas que interactúan entre sí: 1) los artistas, 2) el público, y 3)los intermediadores. Cada una de ellas necesita una atención adecuada, y en cada una de ellas el Estado puede y debe intervenir para facilitar, para regular, para normar. No sólo los Estados nacionales, sino también ese supra Estado que es la Unión Europea, donde golpean la puerta cada municipio, cada ciudad y pueblito, invocando que se respeten tradiciones, religiones, diferencias, hábitos y representatividades. En todo momento señaló que no se trata de exportar ni importar experiencias ajenas, sino de desarrollar las propias desde el consenso, pero siendo audaces en las propuestas y, algunas veces, hasta algo locos. Qué hace el Estado en todo esto, desde la biblioteca municipal hasta las giras internacionales, es la llave. Cómo hay que involucrar a los políticos, facilitar a la actividad privada, apoyar las demandas de los receptores y satisfacer la de los hacedores. Breve, sencillo, detallado y en sólo 50 minutos. Por eso digo que la segunda lección de Kathinka fue brillante. Gracias, señora.
Levanté la mano para decir algunas cosas, pero el tiempo nos ganó y hubo que irse. Me referiré a dos cosas. 1) lo que le insinué al otro orador, Bayardo, de la UNGSM, y 2) la intervención (toda una confesión de incapacidad) del responsable de Industrias Culturales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ricardo Manetti.
Lo de Bayardo me sorprendió, me desconcertó por provenir de un universitario. No sólo hizo algunas temerarias afirmaciones —a mi juicio incorrectas—, sino que mostró una enorme incapacidad para la autocrítica. Aclaro. dijo, por ejemplo, que recién ahora el Estado estaba tomando conciencia de la importancia que tienen los eventos culturales. Se olvida Bayardo que el Teatro General San Martín fue diseñado y construido en el principio de los años sesenta. Que mucho antes de eso, y con fuerte intervención estatal y municipal, se construyeron salas como El Círculo de Rosario, el Verdi de Cañada de Gómez, Unione & Benevolenza o el 25 de Mayo (en Villa Urquiza) de la Capital Federal, el Roma de Avellaneda, el Argentino de La Plata o el San Martín de Córdoba, donde actuaron, bailaron, tocaron y cantaron figuras como Caruso, Squipa, la Duse, la Bernhardt, Gardel y muchos más. En alguna de sus butacas estuvieron sentados Einstein, Pío XII, la Infanta Isabel, Joseph Broz “Tito”, Gombrowicz y Roger Caillois, amigo de Victoria Ocampo. No, no es cierto que las autoridades de ahora se estén dando cuenta. Más bien no se dan cuenta de nada y siguen la política de mirar siempre para otro lado. Recordemos que fueron secretarios de Cultura (con rango de ministros y jubilaciones de privilegio ídem) ya en la época de la democracia nombres como Carlos Gorostiza, dramaturgo; Marcos Aguinis, multipremiado literato; Mario “Pacho O’Donnell, cotizado psicoanalista y pintor y ahora devenido escritor histórico (bajo su venia se promulgo la Ley 24800 Nacional del Teatro).
El problema, Bayardo, no es la plata, ni los funcionarios, ni siquiera los políticos. El problema es que nadie quiere hacerse cargo. De nada. Por ejemplo, ustedes, los universitarios, han abandonado la Cultura con la excusa del recorte de presupuestos (que es serio e importante, no hay duda). Pero las universidades se olvidan de que, en 1952, Galina Tolmacheva creó la única carrera oficial con título de actor en la Universidad de Mendoza (Cuyo). O que hasta entrados los setenta, donde hoy está el Hospital de Clínicas —que depende de la UBA—, estaba el ITUBA, Instituto de Teatro de la Universidad de Buenos Aires dirigido por Oscar Fessler, alumno de Tóporkov el mejor discípulo de Stanislavsky.
¿No es acaso el Centro Cultural Rojas de la UBA? ¿No fue su administrador artístico durante años el ex secretario de Cultura de la Ciudad —y hoy de la Nación— el movilero de Utilísima, Darío Lopérfido? ¿No llevó él a Ricardo Manetti al local del ex diario La Prensa (hoy Casa de la Cultura de la Ciudad) a trabajar? ¿No dijo Jorge Telerman que seguiría los pasos (los de Lopérfido) al pie de la letra? Yo lo escuché. En Canal 7 (ex ATC), cuando fundó el INDAC (Instituto Nacional de Acción Cultural) el año pasado. ¿De verdad piensa Bayardo que la responsabilidad es del Estado o de alguno de sus funcionarios? ¿No se tragó ese Estado ya a Osvaldo Dragún, a J. C. Gené, a Sergio Renán, regurgitó a Kive Staiff varias veces, hipó a Luis Brandoni (diputado nacional), a Onofre Lovero, a Rubens Correa, a Lito Cruz?
¿Y la Universidad, qué? ¿No es acaso su ámbito el de la investigación? ¿Qué esperan los universitarios para hacer las investigaciones que reclaman? ¿Quién mejor que ellos para relevar al país y su Cultura de arriba abajo, de la A a la Z? ¿Quién puede ser más confiable que los universitarios para comparar datos, armar estadísticas veraces, datos válidos con los que enfrentar a los políticos y a las Políticas? Ése es el desafío, Bayardo. Ésa es la deuda que tiene pendiente la Universidad y los universitarios. Sólo ellos tienen la gente, los medios y, sobre todo, la inteligencia. Son los únicos. No hay otros. Ojalá puedan darse cuenta rápido. Esto no es una queja ni una pase de facturas. Es, apenas, una propuesta. Una simple propuesta.
El otro punto es la desafortunada intervención del representante oficial de las Industrias Culturales de la Ciudad. ¡Qué horror! Al comienzo sentí vergüenza ajena. Después, con los minutos, comprendí. Manetti no estaba cuestionando a Dittrich porque ella habló de un pequeño pueblo perdido en la campiña alemana, donde, con mucho presupuesto, sus pocos habitantes después de cincuenta años de gozosa democracia jugaban, mientras bebían cerveza y comían chucrut, al viejo juego de los ricos y los gordos de la cultura. No, no estaba haciendo eso. Estaba confesando que ni él ni nadie puede con esta indomable Buenos Aires de tres y medio millones de habitantes y otros ocho millones que desembarcan en ella cada día. ¿Qué pueden hacer en Cultura con los apenas 154 millones de pesos (y no 132 millones de pesos, como dijo Massuh) de presupuesto para 2001? ¿Alguien supone que con el cuatro por ciento del presupuesto de la Ciudad se puede saciar ese hambre de voraz Cultura que tiene? ¿Y la policulturalidad? ¿Y los cien barrios porteños? ¿Y el Plan Urbano Ambiental 2000? ¿Y la competitividad que prenunció Cavallo y quiere aplicar ese otro de apellido germano, Telerman? ¡Qué horror! Estábamos presenciando un acto de humillación. Con cada palabra de exégesis, el funcionario se flagelaba como con alambre de púas, allí, delante nuestro (perdón, atrás, porque se sentó atrás y se fue rápido cuando Massuh lo increpó sobre la “subestimación”). Sólo mostraba su incapacidad. Pero no la personal, sino la del discurso oficial de estos yuppies, que aprendieron tres palabras en algún cursillo por e-mail de Harvard: mercado, rating, megashows. Era penoso escucharlo. Menos mal que mis oídos llevan varios años de entrenamiento en lides con ellos. Pero deben haber lastimado los de varios de los jóvenes que estaban allí presentes. ¡Qué capacidad tienen nuestros funcionarios para hacernos quedar mal, siempre! ¿Sabrá Manetti que la inversión total en cultura en la Argentina está cerca de los setecientos millones, y que apenas el quince por ciento de esa cifra llega a sus legítimos destinatarios? ¿Qué el otro ochenta y cinco por ciento se disuelve en burocracia y corrupción? ¿Qué la Secretaría de Cultura de la Nación (ésa donde ayer hubo un piquete en su puerta de la avenida Alvear y Rodríguez Peña contra el ajuste) sólo puede rendir cuentas de sesenta y cinco millones de pesos por año y no sabe todavía hoy cuánto se destina en cada una de las veintitrés provincias restantes? ¿Sabe el funcionario responsable de las Industrias Culturales que debió suspenderse el Concierto de piano Nº 4, de Rachmaninov, que figuraba en el programa junto con la Orquesta Sinfónica Nacional el 27 de julio pasado., y que con la solista Elsa Púppulo debieron improvisar otro de Mozart porque la Secretaría de Cultura tenía impaga a la editorial que facilita las partituras (veáse carta de lectores de La Nación, “Músicos solidarios”, del 9/8/2001)? ¿Sabe también que la función de abono de antes de ayer en el Teatro Colón también tuvo su “piquete” a la salida (veáse Sección Espectáculos del mismo día y diario)? ¿Contó los múltiples “abrazos solidarios” en rechazo a la falta de soluciones del gobierno local y nacional que dan casi todos los días bailarines, músicos, cantantes, técnicos y administrativos del primer coliseo de la ciudad? ¿De qué se ufana el mequetrefe?
Perdón, señora. Y muchas gracias por estas dos lecciones.
Atentamente,
Gustavo Mac Lennan
telf: 4813 0585 perrilete@yahoo.com gustavomaclennan@hotmail.com

Kathinka Dittrich van Weringh se doctoró en la Universidad de Amsterdam sobre "El cine de los Países Bajos en los años 30 y la Emigración Alemana", Historia de la producción cinematográfica de los años 20 (1987). Ex secretaria de Cultura de la Ciudad de Colonia, Alemania. Ex directora general de programación del Goehte-Institut (Sede Central). Directora Fundadora del Goethe-Institut de Moscú; Governour of the European Cultural Foundation, Amsterdam; Member of its Executive Committee; Medmber of the Executive Committee of the Fund for Eastern and Central European Book Projects, Amsterdam; Premio Aleksandr Men 1995 (que se otorga a aquellas personalidades que se distinguen por abrir y profundizar el diálogo entre Rusia y Alemania). Numerosas publicaciones y conferencias en Sidney, Amsterdam, Hong Kong, Colonia, Buenos Aires, Londres, Barcelona, sobre temas de gestión cultural: « Sólo quien piensa de manera global, pero actúa de manera local, puede tomar parte activa en el diálogo cultural internacional».
*

La FORA, los gatos y Bernardino Rivadavia

1º de Mayo de 2004
(para 4ª Cobertura, de GMcL)

La FORA , los gatos y Bernardino Rivadavia

Los gatos tienen razón. Son anarcos, muy independientes, viven en bandas, no respetan rejas, monumentos ni celebraciones. Se sientan horas y miran a los peatones de la Plaza Once, con indiferencia. Son negros, grises, marrones, blanquinegros, todos de grande ojos y bigotes. Una notable comedia musical, “Cats” (Gatos), con más de 20 años con localidades agotadas, los representó hasta en su subida al Cielo, eligiendo a las más viejita, excluida y pobre de entre ellos, para elevarse en la mano de Dios.
Aquí, en plaza Miserere, reinan detrás del enrejado que custodia al villano cuyo nombre ondea en la avenida más larga del mundo. Y junto a ese enorme catafalco de duro cemento gris cagado por millones de palomas a través del tiempo, la FORA (La Federación Obrera Regional Argentina), la Organización Obrera anarquista de la Argentina, la más antigua y representativa, hacía su acto en conmemoración del 1º de Mayo, ese día siniestro de la masacre y linchamiento de los cuatro obreros anarquistas de Chicago, en 1886: Albert R. Parsons, Michel Schawb, A. Spies, Adolf Fischer (y Louis Lingg, quien prefirió quitarse la vida él mismo antes de ser asesinado por la autoridad).
Fue el único acto que no estuvo en la lista de los muchos y dispersos que se hicieron este sábado, frío y soleado. Mi compañero Aldo, de Cine Insurgente, me llamó temprano para preguntarme si sabía la hora del encuentro y le dije que no, en ninguna de las muchas páginas virtuales figuraba lo de plaza Once. Calculé que debía ser a eso de las tres de la tarde, hora de los demás actos. Y a las dos y media estaba en la terminal del FFCC Sarmiento, en la plaza de las bailantas cuarteteras, en el vértice sur del ex barrio de los judíos y hoy copado por coreanos, en esa plaza inmensa donde el francés Liniers acampó antes de cercar a los ingleses y derrotarlos dos siglos antes.
Un sábado, después del mediodía, plaza Once, es un mosaico de mendigos, excluidos, desocupados, viajeros, despistados, gatos, putas, caficios, muchachas que trabajan en las casas y que se reúnen para charlar y chismear sobre sus patronas y su mal gusto, transeúntes, madres pobres con sus pobres hijos tratando de poner algo de alegría en los tristes juegos que colgó Ibarra, y una multitud de habladores que, a veces con una Biblia en una mano y un megáfono en la otra, prenuncian un Apocalipsis que ya llegó, y nos arrastra irremediablemente al purgatorio, al infierno (que está ahí muy cerca, junto a las recovas de la primera cuadra de Av. Pueyrredón, en los pozos que hace el inmisericorde jefe de Gobierno para enterrarnos a todos cualquier día de estos).
Busqué afanosamente alguno de los afiches que seguro la FORAS había pegado días antes: efectivamente, el acto era a las 16 hs., así que tuve le tiempo suficiente para recorrer esas dos manzanas de mucho cemento y poco pasto, sentarme en las frías bancas de piedra, y escuchar y hablar con los viejos. Varios de ellos viven en pensiones y geriátricos, otros se escapan de sus casas y van a jugar al ajedrez, los dados, el dominó, o a seguir viviendo. Hablan de sus memorias, de sus mujeres, de las mujeres de los otros, de lo que vengan. Hablan por si sus palabras e historias puedan quedar registradas en algún lado de tanto repetirlas. También le hablan al viento, al frío, al aire, a la desesperación. Pero no se callan nada, hablan todo todo el tiempo. Se toman el pelo (ése que ya no tienen) entre ellos mismos y ríen a boca abierta y sin dientes ni prejuicios. Son jubilados de muchas actividades y copan una parte de la plaza. Las putas de plaza Miserere (Dios las coja en su seno), no están entre las más vistosas, bellas o jóvenes. No. Son putas descuajeringadas. No esperan a los hombres, van en parejas, tomadas del brazo y se pasean por toda la plaza invitando sin discriminación a cualquiera de cualquier especie: hombre, mujer, perro, planta, gato, paloma o poste. Es absolutamente democrático, transversal y socialitario. Para todos, y ya. Todo por cinco pesos (de base).
Los habladores cobran más barato, muchas veces, nada. También están los vendedores ambulantes y algunos artesanos. Pero este 1º de Mayo, los anarquistas y sus cómplices y seguidores (como yo), se habían citado una vez más, como desde hace 103 años para batallar contra el Estado, los partidos, las iglesias, los sindicatos, las elecciones, la religión, la política de los políticos, y todas esas pestes organizativas que corroen el espíritu libertario desde Bakunin para adelante, hoy incluido.
Claro que el acto no empezó a las 16 hs. Desde antes de las tres de la tarde un numeroso público rondaba el monumento a Bernardino. Los gatos, tras las rejas, miraban con recelo; no era la primera vez en cien años que la gente se reunía en plaza Once para algo. Y casi siempre terminaba con gases o palos o corridas que tenían como víctimas finales, a los pobres gatos. Por algo tienen siete vidas, y botas de siete leguas. La FORA, los gatos y Rivadavia saben de este desde hace muchos años. Los corren y recorren por todos lados.
Así que a eso de las tres y veinte, unos muchachones corpulentos de cabeza rapada y abrigos negros, comenzaron a bajar de una camioneta con altavoces, micrófono, mesas y caballetes, banderas negras, palos y esas cosas de los anarquistas. Junto a ellos, varias jovencitas con el ombligo al aire y muy bellas, con rulitos y trenzas de colores, seguro que también bastante anarquistas ellas.
Los anarquistas, más que conocernos nos reconocemos; vestimos raros, o somos muy jóvenes o muy viejos. Los de edad mediana, visten absolutamente de negro, cuero y plata, además de mochilas negras, muy negras como trenzas y anteojos y zapatillas. No es común, en Buenos Aires, ver desplegadas banderas negras sin ninguna otra cosa ni inscripción. Eso me llamó la atención en 1968, en París y también en mayo. Las banderas negras. Como me llamó la atención los grupos de jóvenes con cadenas y pantalones bermudas, cortes punk, remeras y camperas con tachas, casi tribales, acercándose desde los costados del mausoleo de Rivadavia y los gatos, al acto de FORA.
Todos éramos lo mismo. Estábamos para eso, para escuchar a los viejos miembros anarquistas decir cómo el Estado tiene la culpa de todo. Y tienen razón. El Estado éste es una calamidad. Se presta fácil para que lo culpen. Un púlpito y una banderola entre dos árboles hacían la escenografía anarca. En mesas a los costados, los muchachos y las chicas desplegaban diarios, CD, libros y folletos. Elegí seis: “Organización Obrera”, órgano de la FORA-AIT, Nueva Época, foracf@ubbi.com , dice de sí misma: el movimiento obrero de la FORA tiene como principios: La libertad, La acción directa, El Comunismo Anárquico. La FORA es Anti-estatal, Antipolítico, Antidogmática. Recibe publicaciones de RIVISTA A; CENERENTOLA; AUTONOMIA; SEMME ANARCHICO;
FRENTE RENOVADOR FERROVIARIO; SICILIA LIBERTARIA; EN LUCHA; ACCAO DIRECTA; BICEL; COMUNISMO; LA PROTESTA; LE COMBAT SINDICALISTE; TIERRA Y LIBERTAD; DIRECT ACTION; VOLAR LO ESTABLECIDO. También, cinco fascículos: “Los anarquistas, quiénes somos, lo que queremos, nuestra revolución”, de Sebastián Faure (1858-1942); “Sobre el gremialismo, las ideas anarquistas en la organización de los trabajadores”, de autores varios; “El mito del partido, símbolo de la esclavitud moderna”, artículo publicado en la revista ácrata “RUTA” y reeditado por la Sociedad de Resistencia Obreros de Oficios Varios; “Religión y Política” de Mauro Mario; “En tiempo de elecciones” de Enrique Malatesta, que juro voy a leer con cuidado, dedicación y esmero los próximos meses.
Hasta aquí una breve descripción del acto que comenzó pasadas las cinco en punto de la tarde, como diría Lorca en su enorme elegía al torero Ignacio Sánchez Mejía.
Pero en mi recorrida, lo que más me sorprendió, fueron dos colas que se iban formando junto a los anarquistas de la FORA, los gatos y el ataúd rivadaviano. Estaban conformadas una, por hombres y la otra por mujeres. Por un momento pensé lo peor: ¿no serían los oradores anotados para disertar en el acto de la FORA? Eran demasiados y estaban perfectamente alineados: los hombres unos 120, las mujeres 50, algunas con chicos en sus brazos. No. No podían ser oradores. Entonces, ¿qué esperaban en esas dos perfectas formaciones, casi como escolares? ¿Un viaje? ¿Los vendrían a buscar para sacarlos de la plaza, esconderlos de las visitas protocolares oficiales? ¿Acaso un viaje espacial a bordo de platillos tripulados por marcianos? ¿Qué eran esas dos extrañas colas, en medio del frío, esa densa tarde de un 1º de Mayo de 2004, en el acto de la FORA, en la plaza de los gatos y donde está enterrado el autor de la Ley de Enfiteusis, el entregador de los bienes argentinos a la banca inglesa, el unitario que enfrentó a Rosas junto a los “Hombres de Casaca Negra”, don Bernardino Avenida Rivadavia?
De pronto, a las cinco en punto lorquianas de la tarde, desembarcaron en correcta e impecable formación de una camioneta Van, 32 coreanos y coreanas de civil. Parecía un sincronizado golpe de estado. Ellos con el pelo bien cortado; ellas con colas de caballo. Traían un equipo de última generación de sonido, parlantes y varios micrófonos; además cuatro grande mesas circulares de plástico, seis bidones verdes de diez litros cada uno, todos último modelo y recién comprados, más unas cuatro o cinco bolsas de papel muy grandes y cuidadosamente cerradas. ¡Sonamos, dije! Nadie esperaba un desembarco coreano para tomar el país un 1º de Mayo, y menos en plaza Once. Era la jugada perfecta. Lo único que faltaba para espantar al pingüino de la Rosada. Un punch coreano, liderando a los indigentes porteños. Estamos fritos, pensé.
Todos los coreanos y coreanas vestían de gris oscuro. Ésta, iba a ser una revolución fría y gris oscura. Coreana. Mmmmm. No creo que me iba a gustar.
Pero no. Otra vez la realidad superaba a la ficción. No eran coreanos golpistas. Con pocas señas se llevaron a la mitad de los asistentes del acto de la FORA, a los gatos y casi levantan de su largo sueño a Bernardino, para ir del otro lado del monumento gris.
Eran miembros de la Asociación Civil Iglesia Presbiteriana Chuang-Hua (que quiere decir Iglesia Central), y que venían a repartir tres cosas: té caliente, un sándwich y canciones. Lo hacen todos los sábados a las cinco de la tarde (¿ves, Lorca, que no todo está perdido?). Los demás días van otras organizaciones a darles de comer a los mendigos. Al menos eso dicen los coreanos. “Nadie hay como tú, tú lo sabes todo, lo das todo, nadie hay como tú”, cantaban los solistas coreanos, mientras el coro coreano coreaba y hacía mímica con las manos y con todo el cuerpo, invitando a los coleros a que los imiten y repitan las estrofas (ellos que sólo esperaban el té caliente y el sándwich lo más rápido posible). “Brota en mí, brota en mí, tu amor siempre brota en mí”, cantaba el solista acompañado por más de quince coreutas. Y yo repetía para mis adentros… “brota en él, sólo en él…” ¡zaz!, se brotó el coreano. Es más, estamos todos brotados, en este acto surrealista, dadaísta, nadaísta, anarquista, de la FORA, los gatos y el maldito Rivadavia, que vendió las tierras de los pobres a los ricos y al país de los argentinos a los ingleses, allá por los años treinta del siglo diecinueve.
Repartieron números, para que nadie se quede sin su té y su sándwich, rezaron junto a los panes y las bebidas, brindaron sonrisas y promesas de un mundo mejor como en las mejores épocas de los peronistas. Pero no eran peronistas. Eran sólo coreanos y cristianos. Los peronistas, este 1º de Mayo estaban de fiesta. Cantaban a coro la marcha del trabajo que popularizó Hugo del Carril: “Hoy es el día del Trabajo, unidos por el amor de Dios, al pie de la bandera sacrosanta, juremos defenderla con honor”. Fiesta de no sé qué, con una desocupación que abrocha a más de la mitad del país, durante gobiernos peronistas. Pero así es mi país, insólito, sorprendente, anarco.
El sol caía, se desplomaba sobre la tarde y decidí ir a buscar a mis amigos del FODEMA que estaban cubriendo varios de estos actos barriales, fuera del principal en Plaza de Mayo. Cuando bajé del subte en la estación Perú y salí a la avenida, olí los choripanes a más de sesenta metros de distancia, escuché los bombos, los redoblantes, las bombas de estruendo, las banderolas y las palomas de la plaza revoloteando sin saber dónde bajar. Caminé unos metros y un hombre vestido con una toga blanca, al que le colgaban grandes tiras de cartón también de ese color, me interceptó, dándome un pequeño volantito. Lo abrí; decía: “El plan de Dios”. Estaba hecho. Este 1º de Mayo había sido toda una revelación. La anarquía había llegado en su totalidad. Me fui a casa. El día, para mí, había terminado.

Gustavo Mac Lennan
Periodista el FODEMA
Foro de Medios Alternativos
1º de Mayo de 2004
4ª Cobertura

Algunas políticas

Distintos trozos de un mismo espejo (GMcL, 21/7/2003)

A veces, nos parece que otros vientos, otros aires soplan. Que es posible hacer cambios, cuando, por ejemplo, otros cambian. Y, si bien, el gobierno es el mismo del mismo Toledo, Solari no es Merino, aunque Silva Ruete no haya cambiado. En otras palabras, o nos dejamos llevar por el pesimismo de que nada es posible, o abrimos las puertas a esta nueva, o al menos renova-dora posibilidad de creer en algún cambio.
Sin embargo, no debemos ser ingenuos. No van a dar el gusto de hacer lo que les pedimos. Estos gobernantes, se llamen Merino, Kirschner o como quieran decirles, trabajan con el mis-mo manual de operaciones. No depende de sus cualidades y calidades humanas y personales lo que hagan. Depende, sí, de las instrucciones que deban cumplir, según sus pertenencias y verdaderos jefes.
Y en esto sí son consecuentes; sólo van a aprobar aquello que les convenga a sus mandantes.
Sólo van dejar pasar aquello que no les produzca ningún daño a sus intereses (de clase y de dinero). No basta con querer ser rico (o pobre). No es un problema sólo de dinero. Es mucho más complejo.
Los que tienen hoy el gobierno, aquí, allá, y en todas partes, han decidido que sólo una sexta parte de la Humanidad va a formar (y recibir) los beneficios de este mundo globalizado. Las otras cinco partes van a ser excluidos. Siéntense con un lápiz y papel (y un mapa del mundo) a la mano, hagan sus cuentas, marquen el mapa y verán dónde estamos y qué lugar nos han reservado en esta Hoja de Ruta, que Toledos, Merinos, Kirchner, o cómo quiera que se llamen (por ejemplo G. D. Parker-Schultz, Arbulú, o esos asesores que en el Ejecutivo o en el Congreso han vetado la Ley del Artista, la de protección a la Cultura, etc.), nos van llevando.
Así es que, aunque nos muestren el trozo de espejo, distinto a cada uno, la imagen total es la misma.
Todo este prologazo para hacerles, a mis compañeros artistas y trabajadores del arte, algunas sugerencias.
Sugerencia 1: Debemos lograr que se saque de la OMC (Organización Mundial de Comercio) toda discusión sobre Educación y Cultura. Es decir, debemos preguntar a nuestros ministros, embajadores, congresistas y representantes, qué están aprobando, defendiendo y firmando a nombre nuestro en esas organizaciones. No es el ámbito la OMC para trazar planes sobre Educación y Cultura. Por ejemplo, allí se estableció que para estudiar hay que pagar y deteriorar la educación pública y gratuita. Que sólo se va a subsidiar la enseñanza privada y arancelada. Y en los espectáculos, sólo se ayudará a los megaeventos (por ejemplo las Glorias Stefan que podrán, si quieren, hacer video-clips en Macchu Picchu, sin pagar como artistas extranjeros) o los que puedan presentarse en el Shopping Jockey Plaza, pero no a los titiriteros de Chumbivilcas.
Sugerencia 2: Ojo con el término "Industrias Culturales". Esto sólo define a tres actividades: la música (en realidad la industria del disco, el CD (en manos de la multinacional SONY); los libros (en realidad la industria editorial, hoy en manos en tres megagrupos: 1. la española Grupo Santillana, Alfaguara, Taurus; 2. la alemana Grupo Bertelsmann; 3. la colombiana Grupo Editorial Norma, a los que hay que agregarle el Grupo Planeta, la francesa Grupo Larousse y la red mundial de librerías del Grupo Yenny, entre otras. Y por último la industria audiovisual: el cine (que sólo considera industria a los países que producen al menos 100 películas por año; ej.: Perú 5; Argentina 18; EEUU 786; la India 1140) y la TV y los videos. Como todos sabemos, nuestra música (y nuestros buenos músicos) son prácticamente ignorados por las autoridades. Los libros que el Estado promociona son sólo los de las universidades (privadas); las editoria-les locales pueden poco y nada y ni siquiera pueden competir con las ediciones piratas (que valen la tercera parte del precio de tapa). Y cómo pueden competir en cine Lombardi o Chicho Durán con presupuestos de us$ 500.000.-, contra los 30 millones de dólares de promedio de una película clase B norteamericana (siempre que no trabaje Julia Roberts que gana ella sola esa burrada de plata).
Quedan afuera de esa denominación (Industrias Culturales), el Teatro, el Mimo, los Títeres, los Juglares, los Cuentacuentos, los dramaturgos, los técnicos, los vestuaristas, los escenógrafos, los utileros, los Grupos sin sala, las Salas chicas, las medianas y varias de las grandes, ahora convertidas en templos de conversos, sin la poesía del arte y con mucho "verso" religioso.
Quedan afuera los artistas callejeros, los del circo, los payasos, los Clown, los Claun y los Pataklaun. Los directores, actrices y actores (aunque sean los que sean, incluso Congresistas). Y sobre todo queda afuera el público, que no puede elegir, sino sólo digerir lo que le den, muchas veces indigesto. Ojo a eso de "Industrias Culturales": es como si dijésemos "Poética Notarial", o "Matricería Evanescente". Las Industrias Culturales, fueron inventadas por los comerciantes, los grandes productores mundiales, esos que están y dominan la OMC. Son terminología del ALCA, impuesta a la fuerza, en las varias reuniones que ya se están haciendo y las que faltan: ojo con hablar esa lengua, la de los dominadores, pues nos mimetizamos con ellos.
Quedan afuera todos los trabajadores de la Cultura, que pueden ser suplidos rápidamente por secretarias obsecuentes y diligentes. Queremos, antes que Industrias Culturales, Políticas Cul-turales, donde esté bien claro cuál es el rol y cuáles las responsabilidades del Estado, cuáles los presupuestos, los sueldos y atribuciones de los funcionarios, cuáles sus límites y ámbitos. Quién los elige, cómo y cuánto duran. Si cobran impuestos, queremos tener participación en cómo se distribuyen. Los ciudadanos tenemos derechos adquiridos, están expresados en la Constitución: derechos Sociales, Culturales, Humanos. Derechos Civiles.
Si van a firmar por nosotros acuerdos que van durar 50 años, queremos saber qué dicen esos acuerdos.
Queremos, y exigimos, estar sentados en esas reuniones, cuando se hable de Cultura y Edu-cación en cualquiera de sus términos. Y la potestad de voz, voto y veto cuando no lo creamos conveniente, dónde sea.
Por ejemplo la OMC. El ALCA, que es Libre Comercio y no Libre Cultura. ¿Y ya que estamos? ¿Qué es el ALCA? ¿Qué dice? ¿En qué nos beneficia y en qué nos perjudica? ¿Qué dice el ALCA de la diversidad cultural? ¿Alguien puede conseguir un borrador del texto y analizarlo? ¿Qué dijeron los peruanos que han asistido hasta ahora a esas reuniones? ¿Qué dice Merino? ¿Y Silva Ruete? ¿Y Toledo? ¿Y Solari? ¿Y Dagnino? ¿Y Elian Karpp? ¿Y Elvira de la Puente? ¿Qué y a qué obligan esos textos? Ojo que se pone en práctica el 1º de Enero de 2005. Falta muy poco... nada casi, apenas meses. Y lo que firmamos... ¡sonamos! Después no habrá cómo quejarse. Así que mi última sugerencia es...
Sugerencia 3: ¿Puede ir armándose ahí, en Lima, una pequeña comisión para leer los textos del ALCA, del Convenio Multilateral de Inversiones de la OMC sobre el Derecho de Propiedad Intelectual, sobre los derechos de Intercambio Cultural de los países del Pacto Andino, de los del MERCOSUR, de las legislaciones comunes culturales, de las leyes de Radiodifusión, de las leyes de Doblaje para cine y TV?
Sé que hay, allí y acá (en Perú y Argentina) problemas serios e inmediatos, y distintos que resolver. Pero también hay cosas comunes: administraciones nuevas que, aunque menos de lo deseado, parecieran tener oídos para algunos reclamos, funcionarios (y funcionarias) más sensibles que los anteriores. Trabajadores menos ingenuos y más preparados y, sobre todo, más unidos y atentos.
Las palabras de Elvira de la Puente en el Consejo de Ministros, las de Merino, parecieran corroborar esto.
Las indicaciones de Hugo Salazar no nos dejan tragar sapos.
Este puede ser un buen momento para dar algunos pasos seguros.
Ojalá que estas sugerencias sea tomadas con el espíritu con que fueron escritas (que no es exactamente el Espíritu Santo). No pido que nos encomendemos a nadie. Sino que confiemos más, mucho más, en todos nosotros... en todos ustedes. Sobre todo en ustedes.
Gracias por permitirme, aunque desde lejos, ser parte de ello.
Un saludo cariñoso, con mucho respeto y, sobre todo, solidario.
Y gracias, Gian, por mantener esta puertita abierta.
Gracias por tu comprensión y tolerancia.

Gustavo Mac Lennan, actor,
desde un país amigo
y desleal, la Argentina.

La casa de gobierno está vacía...

¿Qué pasa si mañana se van todos de Balcarce 50?
Una idea peregrina de GMcL (23/7/02)


Ese martes por la mañana, la rosada casa amaneció vacía. Sus eventuales ocupantes habían partido silenciosos. Levantaron oficinas, vaciaron escritorios, cerraron biseles, llaves, ceniceros, despidieron a las otras servidumbres –desconociendo que ellos eran también servidores– y se fueron. Simplemente se fueron a sus casas, cansados de los insultos, de la inoperancia propia y ajena, del peso de responsabilidades imposibles de cumplir, de llamadas nunca contestadas, de otras llamadas imposible de contestar, de traiciones familiares, amigos desleales y de haber estado allí, no por la gracia de Dios, sino por desgracia. Los dos bajitos de Lomas de Zamora, eran sólo eso: dos personas pequeñas.
Así que se fueron. El jefe de la casa militar de la rosada casa del eterno desgobierno dio asueto a los granaderos sin granadas, el valet oficial despidió a los ya pocos y mal pagados asistentes, los jardineros se subieron a sus vetustas bicicletas, el municipio levantó las vallas que impedían que vallas más allá de dónde vallas no vas a ninguna parte y, como estuvo prenunciado hace pocos días, las palomas hacía tiempo que se habían alejado de la plaza de la pirámide que esconde a la verdadera pirámide, y que espera que el 8 de octubre de 2006, se desentierre el mensaje a los jóvenes que dejó como legado Perón a la posteridad para que nunca lo olviden.
¿Qué pasa si una mañana nos enteramos que nadie vive ni gobierna en Balcarce 50? Que ya nadie quiere gobernar desde esa dirección ni desde ninguna otra. Que los que hoy se denominan partidos políticos, son apenas escuálidos destacamentos con tan pocos adherentes que no pueden superar a los viejos socios de un club de barrio.
Esta posibilidad, que parece salida de una afiebrada mente –o de un fabulero cuentista–, parece hoy no sólo posible, sino más que probable, necesaria. “Que se vayan todos” es el grito unánime de la popular. Lo escuchamos casi todos lo días en las mesas familiares, en los cafés, en las plazas y en los barrios. Y frente a la rosada casa del desgobierno, hasta hace muy poco: el 9 de Julio “día de la segunda independencia y la refundación”.
— Ché,… no queda nadie en la Rosada —dijo un laburante que pasaba por la Plaza. —Y ahora, ¿qué hacemos? —le respondió una muchacha que cruzaba.
— ¡Qué cagada!, –dijo otro–, irse así, sin avisar… ¿ves que eran unos irresponsables?
— Este país es una joda…, así, cómo vamos a salir de esta crisis —balbuceó una señora que llevaba del brazo a una señora que le daba el brazo que nunca se tuerce.
— Llamemos al Chapulín Colorado…, ése nos va a defender cuando todos se rindan —dijo el chistoso de siempre.
Pero era verdad: en Balcarce 50 no había nadie ni nada. Ni los ecos de viejas historias, de golpes de Estado, de asonadas, de sonadas, de so, ni de nadas. No quedaba nadie. ¿Y ahora?
Algunas cabezas miraron para el edificio que está del otro lado de la famosa avenida de los meses mayos frente a la plaza de ciertos congresos. Pero allí tampoco había nadie. Los están buscando para romperles el alma, el culo o lo que sea, a los más de trescientos diputruchos y cenadores de esta farsa con escena incluida, sin laudo. Allí, en la esquina entre dos ríos –uno de sobornos y el otro muy corrupto– y la vía árida muy rápida de esa avenida que viene y va, que nace siendo calle y que encalla presta, para que sobre la callé que no sirve para’na se convierta en ancha e inútil, hasta que en plaza del caballito negro toma las dos manos (en la lata), ésas que están sucias, demasiado sucias para ser limpiadas y por eso los buscan a todos, les pegan a algunos y no los quieren a ninguno. Decía que miraron al edificio coronado de laureles que nunca supimos conseguir y una cuadriga que parece lanzarse al vacío como metáfora argentina, y se dijeron al unísono: —No…, ahí tampoco queda ya nadie que gobierne. De allí salió éste que se fue, entre gallos y media noche.
Entonces las miradas corrigieron su dirección y apuntaron dos cuadras más allá del Obelisco, en Talcahuano 550. Eran miradas en diagonal norte, oblicuas, torcidas, casi torvas. Miradas de desconfianza hacia el nazareno poco cristiano que, perjuro, se prevaricó, torciendo las pocas tablas tan rotas desde el incidente en el monte Sinaí, donde este ministro que abjuró rasgándose sus vestiduras, prefiere el becerro de oro, el belusio, el boggiano, el fayt, que las buenas leyes que deberían regirnos a los hombres. —No…, ahí tampoco ya queda nadie que gobierne. A ésos los van a cocinar las cacerolas de los acorralados por el corralito con Artaza a la cabeza.
Entonces las miradas se volvieron sobre ellas mismas.
— ¿Y ahora qué?
Ahora llega, tal vez, la ahora de escuchar a los pueblos.
“Que se vayan todos”, quiere decir eso: que se vayan todos los que no sirven, los que no sirvieron ni fueron servidores públicos. Los que se presentaron, fueron elegidos y no cumplieron. Los traidores, los desleales, los negligentes, los delincuentes, los del pan y los de guantes blancos. Los de zapatitos ídem y labia rápida. Los que hablan para no escuchar. Los que no escuchan. Los que meten a sus familiares en los puestos públicos, los que negocian cargos, los punteros, los que reparten subsidios contra votos. Los que contratan ómnibus, los de la listas sábanas, los que siempre dicen que no, que no hay, que no están o que están en reunión, o que mejor vuelva mañana. Todos los funcionarios, sin excepción. Todos los empleados públicos, sin excepciones. Que se disuelvan las policías, todas, sin excepciones. Todas las fuerzas armadas, todas. Que se den por terminadas todas las ONG y todas las Fundaciones. Todos los organismos autónomos, autárquicos, mixtos, públicos y semipúblicos. Todos. Son, unos tres millones de personas. Habrá otros dos millones alrededor de ellos. En total, cinco millones. No importa, Hay treinta y un millones de personas en el país para reemplazarlos. De un saque ocuparíamos a cinco millones de desocupados y los cinco millones de inútiles, serían eso: cinco millones de inútiles que habrá que ver, qué se hace con ellos. De hecho más de 500.000 van a ir presos por delincuentes. Otro millón va a querer irse al extranjero. Otro millón volverá a sus tierras de origen, con el rabo entre la cola y la cabeza gacha de vergüenza. No llegaron a la tierra prometida, ni fueron toro en su corral ni torazo en corral ajeno. Tendrán que rendir cuenta de lo no hecho durante estos años frente a los propios.
En realidad el problema lo tendremos con más o menos dos millones y medio de argentinos corruptos, algo menos del ocho por ciento de los habitantes del país. No estaría mal ponerlos a trabajar en acciones solidarias, o el llamado “probation” –voluntarios de hospitales, barrenderos en tierras fiscales, parques, plazas, líneas ferroviarias, limpieza de transporte público, relleno de baches, cuidado de árboles, atención de animales sueltos en la vía pública y, en un régimen de dos por uno, ponerlos a trabajar en la construcción de salas de salud, aulas nuevas, reconstrucción de talleres, fábricas, galpones, reciclado de lugares para el uso del ocio y paseos de personas de la tercera edad y lugares de juego de niños y adolescentes– y cosas así.
Aquellos que por vergüenza a la exposición pública prefieran el anonimato, pueden ser destinados a la creación y extensión de caminos en las rutas nacionales, de creación y construcción de puentes y pasos para peatones, de riberas para el paseo en lagunas y lagos, del afirmado de dunas y, sobre todo, de la aplicación de los planos y propuestas de Florentino Ameghino para el drenaje de las lluvias y el evitamiento de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Mientras tanto, pueden ir construyendo sus propios hábitats de reclusión y exclusión, siguiendo los principios de los Tres Asentamientos Humanos propuestos por Le Corbusier, para no sentirse relegados a condiciones precarias.
Habrá que escuchar a los piqueteros, a los pobladores de los asentamientos del conurbano, a los médicos del hospital Malbrán, a las madres de los comedores populares, a las Madres del Plaza de Mayo, a los miembros de las comunidades indígenas, a los de los MTD, a los cartoneros, a las Asambleas Barriales de todo el país, a la Red Solidaria, a los motoqueros, a todos aquellos que nunca fueron escuchados. E ir poco a poco diseñando, con tiempo, sin prisas, un nuevo régimen, una nueva manera de mirarnos y mirar, de escucharnos y escuchar, de hacernos país. Tenemos todo el tiempo necesario. Ya no cabe la pregunta, ¿y mientras tánto? Primero, ser solidarios con aquellos que necesitan ya, enfermos, ancianos, niños, hambrientos, indefensos, no importa la especie, la raza, el color o la edad. Luego ir trazando las líneas para que nadie se quede afuera de nada.
Los argentinos hemos demostrado que sabemos ser solidarios, muy solidarios. Tanto como estúpidos y tolerantes. Pero, desde que no hay nadie en Balcarce 50, eso se terminó. Ahora tenemos la obligación de velar por todos, todo el tiempo. Ya no podemos dudar. Ha pasado algo insólito y debemos poner la cara. Hoy lunes, pasé por la rosada casa del desgobierno y vi que alguien estaba cerrando una ventana del segundo piso.
¿Qué pasa si mañana no queda nadie en Balcarce 50? ¿Qué pasa?


Gustavo Mac Lennan
gusmac@tutopia.com

Ha muerto un ángel

Ha muerto otro de los Santos Inocentes
(GMcL, 15/9/02)

En la sección espectáculos de La Nación del miércoles 11 de septiembre, aparece una nota de Adolfo C. Martínez, titulada “Actor argentino”* dedicada al fallecimiento de Saúl Jarlip. En ella reseña su vida y finaliza diciendo: “que la directora Patricia Martín García, le dio una de sus últimas oportunidades, en su ópera prima en el cine ‘¿Quién está matando a los gorriones?’, a este actor que vivió hasta los 77 años. Carente de recursos, Jarlip vivía en la Casa del Teatro y los memoriosos lo recordarán simplemente como un hombre entrañablemente bueno y un actor que no conoció la suerte del triunfo”.
También nos informa que éste Saúl, nació en 1924 y en Villa Crespo un 28 de diciembre.
El día de los Santos Inocentes. Eso fue Saúl Jarlip: un bueno, un buenazo total.
Tuve el privilegio de conocerlo en 1963 –tenía yo entonces 22 años y él 39–Habíamos inventado las tropelías del grupo Teatro de la Peste, que reunió a más 100 personas –algunos actores y actrices y muchas otras desenfadados culturales: poetas, pintores, escritores, periodistas, bailarines, intelectuales de café, sur realistas (surrealistas del sur), desclasados, descalzados, fugados familiares, tontos útiles, inútiles–, y a Jarlip. Porque Saúl Jarlip formó parte del Grupo Teatro de la Peste y trabajó en uno de sus estrenos “No hay piedad para Hamlet” de Mario Trejo y Alberto Vanasco, premio Municipal 1962, que subió a escena en 1965 en el entonces Teatro del Altillo que regenteaba Abel Sáenz Bhur, –mediocre actor y brillante ajedrecista–, casado con Cristina, hija del juez Verrié y una de las tripulantes de la avioneta que descendió en Malvinas para esos años, en la precursora “Operación Cóndor” que coronó la aventura de desplegar una bandera argentina en la isla ídem, ocupada por los entonces ciudadanos de tercera ingleses.
Todos esos fueron acontecimientos: el aterrizaje clandestino, la obra de Vanasco y Trejo, el Teatro de la Peste, la peste, el teatro, el “Pablito” –muñeco a escala real con la garganta degollada por un profundo tajo–, que hizo con tanto talento el pintor/escultor/gran tomador de vino Pablo Suárez, y que durante el día miraba a los paseantes de la peatonal Florida, entre Tucumán y Viamonte, desde el balcón del primer piso, y que de noche colo-cábamos en la fila 6 al medio dentro de la sala para espanto de los espectadores, y de Jarlip.
El viejo Ludwick, que tanto bregó como iluminador y escenógrafo del Fray Mocho de Ferrigno, el pintor Martínez Howard, los poetas Siccardi y “Poni” Micharvegas, el crítico de teatro Schoó, el director Santángelo, Trafic y Robertino (que inventaran luego el Grupo Lobo), el “Mono” Villegas con su original manera de hacer y tocar música –nos compuso la banda de sonido de la obra en una genial grabación hecha en la antigua Radio del Estado con maestros de la Sinfónica y sobre una variación propia de la “Marcha de San Lorenzo”–, el singular crítico de música de Primera Plana Rodolfo Arizaga, Tomás Eloy Martínez, y hasta ese buen poeta y mejor secretario de redacción que fue Ramiro de Casasbellas, rondaron nuestras aventuras escénicas, y, por supuesto Jarlip.
Saúl, el santo –a diferencia del corrupto–, el bueno, el buenazo de Jarlip, se unió a la trouppe y a sus códigos: tomar por asalto los comederos, entre ellos el Dorá; los cafés como El Moderno, el Floridita y el Florida, las casas de los padres nuestros en busca de utilerías (y churrascos con puré) y todo aquello que no sobraba pero hacía falta; comer sánguches de mortadela durante los ensayos que empezaba después de las funciones (es decir al día siguiente) y terminaban de madrugada (de ese mismo día), pero sin jamás perder esa sonrisa ni la buena voluntad que puso sin contemplaciones.
Muchas veces (muchas, casi todas) fue Jarlip el que se quedó cuidando ropas, bolsos y hasta hijos recién nacidos y serenamente dormidos en butacas, mientras sus padres huían al fresco de la noche, a los kioscos, a dar una vuelta porque si no reviento, o no te aguanto más. Jarlip cumplía estos encargos con entusiasmo y vocación. Estaba allí, allí donde se lo necesitara. Siempre supe que era un santo. Yo, un ateo irreducible “como la pata de una mesa”, me hice amigo de un santo. De una esas criaturas que aparecen sólo en ciertas épocas, sobre todo cuando la humanidad está patas p’arriba y la gente a mil por hora, que están para decirte que la amistad es un valor enorme, que no hay que apurarse, que hay tiempo para todo y que la gente es buena. Yo sé que la gente no es toda buena. Pero Jarlip, sí. Él sabe que la gente es buena, y así andaba este Saúl –muy diferente al corrupto– por la vida. Seguro que por eso decidió nacer un 28 de diciembre.
En junio de 1966, un militar con bigotes a lo “López Murphy”, dio una patada a la lenta democracia y puso a la República en vilo, a los profesores bajo los bastones policiales y cerró el Di Tella. El Grupo de La Peste se desbandó: unos nos fuimos por América; otros por la cornisa, muchos al olvido, como Jarlip. Según cuenta el periodista de la nota en cuestión, –Saúl, el bueno– trabajó bastante en cine: “Escuela de campeones” (1950, Ralph Pappier), “Crisol de hombres” (1952, Arturo Gemmiti), “Ellos nos hicieron así” (1952, Mario Soffici), “Sinfonía de Juventud” (1964, Oscar Carchano), “El gordo Villanueva” (1964, Julio Saraceni) y Favio lo convocó para “Nazareno Cruz y el lobo” (1975).
Cuando regresé en 1969, el país ardía. Una línea divisoria lo había partido en dos. En ambos bandos mucha gente, demasiada. O demasiado poca.
Unos tiraban para atrás, otros para adelante. Todos tiraban.
Y el país se rompió.
Duré hasta 1975, y me fui diez y ocho años. Cuando volví, era Marte. La gente hablaba idiomas extraños. Los parientes estaban enojados por mi regreso. Mis amigos me trataban de Usted. Había en 1993, una fiesta y no había sido invitado. Mostré mi pasaporte y se rieron. Era lógico, estaba vencido y era consular. No servíamos, ambos, para nada. Supongo que en esos años, Jarlip, tampoco. Era el triunfo de los malos, y él era un bueno. Debe haber estado agazapado, usando esa enorme capacidad de actor para disfrazarse y pasar inadvertido. Claro que lo que no pudo jamás hacer, es esconder su sonrisa afable y esa capacidad de seguir siendo un buenazo. Estoy seguro que debe haber ayudado a muchos otros que se quebraron con el empujón de la fiesta inolvidable –e interminable– de los ’90.
Los tumbos del regreso me llevaron a vivir cerca de la Casa del Teatro, la casa de Jarlip. Porque la ayuda era directa: el sólo verlo te acariciaba el alma. Nos encontramos varias veces por el barrio del otro santo, Nicolás de Bari. O en la cafetería de Actores, donde él recalaba con frecuencia.
Estoy convencido que con su sencillez y ese don de gente buena de Saúl Jarlip, ahora que también se fue Lolita Torres, debe estar en la puerta del cielo de los santos para esperarla y decirle: “bienvenida señora…, puedo ayudarla en algo, no se preocupe que aquí nunca va a estar sola”.

A mi amigo Saúl Jarlip, el bueno, con admiración y respeto.

*(Nota en La Nación, miércoles 11 de septiembre de 2002.)
A los 77 años, falleció Saúl Jarlip (Adolfo C. Martínez)
Trabajó con Favio Galettini.
Saúl Jarlip que falleció a los 77 años, fue uno de esos actores que casi siempre interpretaban personajes de reparto, pero que ponían a disposición de ellos su mesura, su compenetración y su amor por el arte.
Había nacido en Buenos Aires, más concretamente en su entrañable barrio de Villa Crespo, el 28 de diciembre de 1924. De muy niño tenía el berretín de emular a Fred Astaire, pero su inicio real hay que sondearlo en el Teatro Infantil Albarden, junto a Juan Carlos Altavista, Julia Sandoval, y otros nombres luego brillantes.
Cuando el director Carlos Borcosque estaba eligiendo a jóvenes debutantes para su film “Cuando en el cielo pasen lista”, Jarlip fue uno de los seleccionados. Y así comenzó su trayectoria profesional, que tuvo que alternar, por razone económicas, con la de marchand ambulante, las de simple vendedor de cuadros o la de gitano de la plástica.

En el Teatro del Pueblo
Incursionó en el escenario –tuvo un destacado papel en la obra “Pelo de zanahoria” de Jules Renard– e integró en algunas ocasiones los elencos del ya legendario Teatro del Pueblo. La vida de Jarlip estuvo signada por cierto aire bohemio trasnochado, por a constante falta de dinero y, fundamentalmente, por su amor a la profesión de actor.
La pantalla grande fue la que le dio más satisfacciones. Para ella trabajó en “Escuela de campeones”, “Crisol de hombres”, “Ellos nos hicieron así”, “Sinfonía de juventud”, “El gordo Villanueva” y hasta fue convocado por Leopoldo Torres Nilsson para “La mafia” y por Leonardo Favio para “Nazareno Cruz y el lobo”.
En los últimos años sus actuaciones se hicieron cada vez más espaciadas. En 1983 integró el elenco de “Se acabó el curro”, de Carlos Galettini, y en 2000 la directora Patricia Marín se acordó de Jarlip y le dio otra oportunidad en su ópera prima “¿Quién está matando a los gorriones?”. Carente de recursos, Jarlip vivía en la Casa del Teatro y los memoriosos lo recordarán simplemente como un hombre entrañablemente bueno y un actor que no conoció la suerte del triunfo.

Obituario de teatro 3

Buenos Aires, martes 22 de agosto de 2000.

(in memorian)
¡Ay, Lola!

Dos palabras. Sólo dos palabras sobre ella. Lola Vilar. Traté de sentirme triste, dolido, compungido como decían las noticias —a veces muy escuetas, demasiado cortas— que aparecieron en los resúmenes de algunos diarios limeños en Internet, la noche del domingo. Y no pude. No por falta de cariño, ni respeto. Sino porque, a pesar del primer golpe que me dejó sin aliento, aturdido en el tiempo y la distancia, para algo muy íntimo dentro de mí, Lola llenó siempre su entorno de alegría.
No soy quien para rendir póstumo homenaje. Apenas fui su compañero de tablas en dos oportunidades, invitado a su programa de televisión un par de veces, y comensal en la mesa de su casa algunas veces. Y de eso quiero hablar. Contarle a quienes puedan leer estas líneas, qué cosas vi, compartí y aprendí de esa mujer de más de un metro ochenta de estatura. Así era Lola, alta, grande, enorme. Pero no sólo con su físico. También con su afecto, con sus opiniones, era generosa. Tuvo una virtud actoral poco común. Nadie pudo, como ella, hacer del “aparte”(esa triquiñuela teatral donde el oficiante le habla al público) una poderosa herramienta de comunicación, que integraba a los espectadores en cada función, provocando complicidades que terminaban en ovaciones. Leí su historial, hecho de apuros y demasiados recortes, donde se omitió esto que fue su muletilla principal, el contacto persona a persona que Lola establecía con cada espectador. Por eso quiero, si se me permite, hacer referencia en sólo dos palabras, cuando Horacio Paredes la convoca al Teatro Montecarlo, a fines de los ’80, para que protagonice “Hello Dolly”. Esta obra de Thorton Wilder es la historia de una madame que regenteó un burdel en sus mocedades, y que a la vuelta de los años regresa al pequeño pueblo de Yonkers a fines del siglo antepasado. Allí traba relación casual con un enamoradizo joven que disputa los amores de una casi niña, hija única del señor del pueblo, pacato, autoritario y mandón. Y decide convertirse en una especie de Celestina; aprovechando su experiencia y antiguas dotes, engatusa al malhumorado padre, y con no cierto encanto y mucha audacia, trama un viaje a la gran ciudad donde será recibida como la reina que alguna vez fue, y llevando al viejo toro a sus terrenos, pica justo, pone banderillas al romance y estoquea por todo lo alto. Faena completa, diría la diva.
La dupla Vilar-Paredes debía competir con otra de muchos títulos y diplomas: Barbra Streisand y Gene Kelly. Para eso, contrataron a un coreógrafo limeño poco conocido en el extranjero, Coco McBride, que tuvo el talento suficiente, y el coraje necesario para hacer bailar y cantar, no solo a Lola, sino a Carlitos Cano, bailar a la cantante Úrsula Bryce al ritmo de profesionales del Municipal, y poner en siete coreografías, dos de ellas como figura central, a la madera andante del que suscribe. Y la impulsora de esto fue Lola desde un principio. Ella estuvo en los casting de selección, dando el visto bueno de cada uno de los más de 300 aspirantes que se presentaron. Ella dio el sí para que yo fuese su partenaire, La Lola, ¡ay, Lola!, llegaba antes que nadie a los ensayos diarios por la tarde temprano, y se iba última, después de varias horas de escenario a toda máquina, junto a chiquillos y chiquillas que podrían ser sus hijos y algunos hasta sus nietos. Y así los trataba ella. Como sus hijos, rigurosa, atenta, marcando los límites y los caminos. Pero llena de ternura como si fueran nietos. Jamás puso diferencias entre ella y los otros. Eran sus pares, sus iguales, sus compañeros. Por eso estuvo junto a ellos cuando hubo reclamos de aumentos de sueldo, y con ellos viajó a Chile en una gira que casi no tocó Santiago, cambiándose sus ropas todos juntos en un mismo camarín del teatrillo del pueblo algunas veces y compartiendo tapers junto al micro cuando no hubo restaurante abierto. Así era Lola. La Vilar, la que su camarín del Montecarlo era el paradero obligado del que llegaba para hacer la función todas las noches. Allí, siempre había algo más que té y galletitas y fotos pegadas en todas las paredes. Había calor. Había familia. Para muchos de nosotros eso era impagable. Porque éramos exiliados algunos, huérfanos otros y también algún escapado. De la soledad, de la discriminación social o racial, de la pobreza, o vaya uno a saber de qué. De algo, ¡siempre hay algo en alguna parte que nos separa! Lola, ¡ay, Lola!, era lo que nos unía. Miraba fijo a los ojos, hablaba fuerte y claro. Sabía cómo decirte cosas agradables al oído o soltarte cuatro verdades. Pero, y por esto la queremos tanto, siempre supo optar. Por la amistad, por la caricia, por el arreglo, por saber escuchar a gente tan distinta y poder estar al nivel de todos. He sido testigo de chicos que le hablaban como a un pata, abstrayéndose de que tenían delante a cincuenta años de experiencia escénica, a una gran actriz que había trabajado con importantes actores de todo el mundo, pisado escenarios inimaginables y guardado, para cuando se debe, los méritos de haber sido designada embajadora oficial de la Cultura por los reyes de España. Así era Lola, ¡ay, Lola!, así es y seguirá siendo para todos lo que pudimos compartir espacios con ella. Y hablo no sólo de gente de teatro, la televisión, el cine o la radio. Sino del público.
Fue el público, su público, el que la siguió de sala en sala, de obra en obra, porque ella le daba lo que querían: reconocimiento. Recuerdo muchas funciones —y sólo con “Dolly” hicimos más de 200— en las que, por ejemplo, detenía la función porque el público, familiar, bullicioso, entraba tarde o haciendo ruido. Entonces Lola se paraba y decía: “Adelante, adelante, vengan aquí que todavía hay lugar, los estábamos esperando a ustedes, sí, a usted señora y ti también. ¿Qué les pasó? ¿No los dejaban entrar...? Ah, ¡ya sé! Qué torpe, perdón pero no había reparado que vienen desde Comas y queda lejos. Pero no se preocupen, que no se van a perder nada. Ahora mismo volvemos a empezar y... ¡listo! Eso sí, nos callamos todos y ¡vamos de vuelta!”. Y el teatro se venía abajo. Luego el silencio era total, salvo para festejar con aplausos otras ocurrencias. Como cuando, aquella vez, en mitad de la obra, vio que un actor principiante vaciló en su parlamento (furcio, diríamos los actores), entonces paró el espectáculo y lo encaró: “...tranquilo, hijo. Ya sé que esto es difícil..., la ropa, el decorado, las luces..., te olvidaste la letra, el público expectante y, para colmo, entro yo... Está bien, relájate... Respira hondo, nada malo te va a pasar, ni a ti ni a tu personaje, calma, tranquilo... somos todos tus amigos... Mira a esa gente bella allí sentada, viéndote a ti, esperando que hagas y digas con presteza, cientos de pares de ojos, de corazones están aguardándote... y ¡zas!, te quedas mudo ...y ahora tiemblas como una hoja..., pero mira esa transpiración... (mirando al público) ¿verdad que ustedes no le van a hacer daño? (todos: ¡Noooooo!) ¿Ves? Ellos te quieren... (al público) ¿verdad que lo quieren y lo van a ayudar? (todos: ¡Síííííííííí!) Bueno..., ¡ale!, empecemos la escena de nuevo, tú vienes de allí y dices... (el principiante dice lo suyo al borde del colapso) ¡No!... pero con ganas, con emoción sincera..., a ver... ¿vamos de nuevo? (El actor pone énfasis, estallan aplausos en la platea. Lola, ¡ay!, Lola) ¡Eso, así se hace... y sigamos adelante...”.
O cuando aquella vez que escuchó murmullos en la sala y dijo a todos: “...parece que al público no le gustó esta escena..., tal vez debiéramos hacerla otra vez o de otra manera”. Y así fue... hubo que hacerla distinto (y el público aprobó el cambio). Sólo ella podía hacer esas cosas. Sólo ella las hizo. Y las hizo siempre. Por eso la gente la seguía. Como sigue a los mejores, a los líderes, a los únicos, a esos que pueden hacer camino al andar, los que marcan rumbos, los grandes en serio. Guste a muchos y a otros no.
Ésa fue la primera vez que trabajé con Lola. La segunda fue en 1992, poco tiempo antes de mi viaje. Aprobado en castidad se llamó la obra del hijo de Ibánez Menta, Ignacio “Chicho” Serrador, que firmó con el seudónimo de Luis Peñafiel. Eran los pininos actorales de Leonardito Torres Vilar. Nos hicimos con Lola promesas de encarar proyectos juntos a mi regreso. ¡Ay, Lola!, todavía no regresé. Te extraño. Todos te extrañamos mucho. Te vamos a extrañar siempre. Los actores, el público, los que compartimos tu mesa en esa casa generosa, donde tu Natalia, tu Leíto y ese compañero de tantos años, Leonardo Torres, supieron tener siempre las puertas abiertas, la sonrisa franca y la mano tendida. Allí donde se tejieron elencos, programas y propuestas, reinó la alegría. Esa misma que nos diste, y que hoy me invade con renovadas fuerzas. Por eso digo que no puedo estar triste. No sé, no me sale. Creo que en mi lugar tu harías lo mismo: “¡Qué es eso!, ale..., que la vida sigue... que los otros quedan y nos necesitan...
¡Vamos, arriba esas caras! La vida..., la vida es... es hermosa como dos palabras”. Lola... Lola Vilar. ¡Ay, Lola!

Gustavo Mac Lennan
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Obituario de teatro 2

A la muerte de Toto Espejo (22/12/2005)

La semana pasada, murió Toto. Toto Espejo, el amigo entrañable de Coco, La vieja prostituta, de Arnaldo y, en estos últimos años, mío.
Porque pude encontrarme con Toto muchas veces, tomarnos cafés, hablar de tiempos pasados y presentes en la librería El Ateneo, ése monstruoso palacio que fue un teatro, un cine y ahora el mayor shopping de libros de la Argentina. Toto vivía con su tía en Morón, estaba jubilado y conservaba ese buen humor y respeto por los que fueron sus amigos y compinches. Siempre de traje (aún sin corbata), generoso, afable y hablador. Me presentó a su hijo, un muchachón de 30 años que trabaja en Aguas Argentinas y quiere hacer teatro. Toto era un "gentleman". Formó parte del grupo Teatro de la Peste como miembro activo, aunque nunca se subió a un escenario (sólo para festejar con todos nosotros). Toto puso su nombre, su tiempo y su experiencia como administrador al servicio del grupo. Lo conozco desde 1961. Un amigazo. Se fue caminando lento, arrastrando sus pies, con perfil bajo. Toto sigue con nosotros para siempre. Es uno de los nuestros.
Gustavo Mac Lennan

Obituario 2

Olé...Shalom...(GMcL, 2/12/2006)

Ayer y hoy, dos fuertes golpes para el alma. Se fueron para siempre dos amigos entrañables: mi amiga Noemí Buchsbaum y Félix Álvarez Sáenz.

Noemí era alta, grande, intensamente morocha y fuerte. Fuimos compañeros de promoción en la ENAM de Lomas de Zamora, allá por los años 60. Ambos vivíamos en Lanús. Noemí en los altos de una joyería que atendían sus padres, en plena Av. Pavón, casi esquina Sitio de Montevideo. Era el centro del Centro. En esa misma cuadra estaban casi frente a frente los dos cines principales de Lanús Oeste: el Palacio del Cine (hoy un bingo) y el Súpercine (ahora una sandwichería) esos cines de barrio que daban dos películas y te permitían entrar con bebidas y sánguches de mortadela y en el que, por primera vez bailé en sus pasillos al compás del reloj y el rock de Billy Halley y sus Cometas y en el que me desmayé una noche viendo Drácula con Cristopher Lee; y en esa misma cuadra, pero en la vereda de enfrente, el Bar Oriente, con sus mesas de los grandes (nosotros éramos entonces pibes) y arriba los billares: entrar ahí era sacar patente de importante. Con Noemí viajábamos de Lanús a Lomas todos los días de ida y vuelta, en el San Justo (amarillo con una raya roja) o en el Cañuelas (rojo abajo, crema arriba). Ella era, ya lo dije, alta, y usaba mocasines, casi siempre negros. Tenía una voz poderosa, como sus opiniones. De ella aprendí que muchas veces debes mostrar carácter fuerte si quieres abrirte paso en la vida. A veces parecía que siempre daba órdenes, y era mi amiga. Así que de alguna manera me sabía protegido ante esas dudas de Felipito que me invadían a menudo. Noemí fue una amiga fiel y me apañó cuando huíamos con María Cristina, su alma mater, a darnos baños de piano y caricias a cuatro manos, alejándonos de curiosos y profesores, o a escondernos para algún Rondó, Sonata y Fuga debajo de los potros de madera del gimnasio protegidos por el silencio cómplice de las colchonetas. También Noemí, fue dura crítica de opiniones políticas: era como un cable a tierra en épocas donde las ideologías nos atravesaban a la vuelta de la esquina en cada esquina. A pesar de las peleas con sus padres por tener un amigo “goi” (no judío), Noemí logró varias meterme en su casa para hacer deberes, leer novelas, discutir sobre política y hablar de cómo atravesar el siglo XX, sin romperlo. También hablábamos de amor, de la sociedad, de los jóvenes y de los viejos. Hablábamos de todo y de todos. Eran larguísimas charlas que se prolongaban días, semanas. Fuimos compañeros. Muy compañeros. El tiempo, la vida, las cosas, el exilio hicieron que durante muchos años no nos viéramos. Cuando regresé en 1993 después de casi 20 años fuera (me fui por primera vez a Perú en 1966 y luego en 1975), busqué a Noemí Buchsbaum entre las primeras personas que pude, en una Argentina hostil, en medio de una fiesta menemista a la que no había sido invitado, y de la que me echaban con el mismo bocadillo: “¿A qué viniste... por qué regresaste?” Fue Noemí quien me dio la mejor bienvenida invitándome a almorzar en ese restaurante español de la esquina de Salta e Hipólito Yrigoyen, un puchero (un cocido español) digno de palabras mayores. Y esas fueron sus palabras: mayores. Me contó de su vida, me presentó a sus hijos y a su esposo en la puerta de un departamento recién ocupado con las cajas de cartón todavía apiladas. Supe de sus mañanas en el hospital como psiquiatra, y de sus tardes de consulta psicoanalítica. De sus dudas por la fiesta nacional, y de sus inquietudes como persona. Porque Noemí era así, directa, francota, frontal.
Shalom,... amiga donde estés. Mi lastimado corazón te va recordar siempre.



Olé... gallego, le decíamos a Felix Álvarez Sáenz, que se hacia llamar Felix Azofra. Azofra que está en La Rioja, España, muy lejos de Galicia y más, todavía, de la otra provincia argentina tocaya, cuna de famosas aceitunas y aeropuertos personales. Olé... gallego... le decíamos a este no gallego que llegó al Perú y se quedó haciendo Oles.
Lo conocí en 1978, hacia el fin de año cuando me invitaron a formar parte del elenco de una film peruano, político-policial: “Abisa a los compañeros”. Si, así... “Abisa” con b larga, la b grande del idioma, ésa que puso con su dedo tinto en sangre en la pared ese obrero ferroviario fusilado por la cañalla franquista y contado por César Vallejo en el poema a Pedro Rojas, Solía escribir con su dedo grande en el aire de “España aparta de mi este cáliz”. Con él, con Félix Álvarez y Orlando Sacha, un actor argentino vivido en Perú, conformamos el trío de protagonistas de “Abisa...” Desde los ensayos y las primeras reuniones, Félix nos mostró su agudo sentido del humor, su particular manera de ver la vida y una enorme erudición. En el film su personaje era un anarquista que enseñaba a tirar cartuchos de dinamita. En la vida Félix Álvarez tiraba petardos de opiniones que, muchas veces, asustaban por su contundencia. Era un hablador incansable, un lector apasionado y un fumador empedernido. Durante los meses de filmación, tanto en Lima como en el Cuzco, Félix alegraba las tardes y las noches con sus anécdotas y reflexiones insólitas, singulares. Pero además era buen cocinero. Y en la larga amistad que pude disfrutar, no sólo fuimos a comer “boquerones” y “ropa vieja” a la Casa de España donde yo tenía crédito ilimitado, sino “callos” y hasta “angulas”. También cocinó en su casa de Ate-Vitarte, y nos obligó a tomarnos todo y fumar como chinos en quiebra. Félix se tragaba la vida; disfrutaba de ella cada segundo. Escribió muchas cosas: novelas, cuentos, relatos, obras de teatro, críticas y crónicas. Fue un periodista acucioso e inmanejable. También se vistió de virrey en alguna miniserie y participó en otros films locales. Su pluma era clara y diáfana. Varios periodistas lo tuvieron como guía y escribió en numerosas publicaciones. Autor de más de 30 obras, entre ensayos, novelas, cuentos y piezas de teatro. Era licenciado en Filosofía y Letras. Estuvo casado con la crítica de arte peruana Victoria Torres, con quien tuvo cuatro hijos. En la década del 60 se trasladó a Lima, donde fue docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, investigador en el Museo de Arqueología y Antropología y director de la Biblioteca de España, dependiente de dicha universidad. Fue articulista de los diarios La Crónica, El Comercio, La Prensa, Expreso, Correo (donde se desempeñó como subdirector y jefe de editorial), El diario de Marka y El caballo rojo, suplemento de este último periódico. Con su novela Crónica de blasfemos (1986) fue finalista del Premio Rómulo Gallegos de Venezuela. Además, fue galardonado con el 'Premio Americano' al mejor trabajo sobre el V Centenario del Descubrimiento de América. Entres sus obras de ficción resaltan Mburuvichá, Madre Sacramento y El oriental, así como una adaptación de La Celestina. Con su hija, la poeta Montserrat Álvarez, publicó Doce esbozos haitianos y un cuento andino.
Pero para mí era: “el gallego”. Todavía me quedan en los oídos su risa a carcajadas cuando fuimos a almorzar a “La buena muerte” un bodegón maldito de la Av. Grau en el borde del Cercado. Cuando salí de Lima en 1992 dejé de verlo y de contactarnos. Ayer, en medio del fárrago de mail que recibo, uno de ellos firmado por Igor Calvo, dio cuenta de éste, su último viaje; había estado exiliado en Paraguay lejos de las iras del fujimorimo desde 1991 y en mayo de este año había ido, en realidad había vuelto, a su España para tratarse de un violento mal que lo atacó en medio de sus pulmones. Y a los 61 años, Félix dijo basta. Y se murió, así de repente. Adiós, gallego... y ¡Olé!
Como me recomendó Igor, lo voy a extrañar a mares.

Obituario de teatro 1

Adiós Lucho: ¿te acordás? Nos conocimos allá en 1966, en el bar Viena, debajo del Hotel Bolívar, reducto de teatristas, inconformes e intelectuales. Tomamos cafés y otras yerbas en los pasillos del Club de Teatro, en charlas con Gregor Díaz, Reynaldo D'Amore, Eduardo Cesti. Nos encontrábamos en el Tívoli de la Colmena hasta altas horas de la noche para ir diagramando propuestas que revolucionaran al teatro limeño o, al menos, lo sacaran de una larga y aburrida siesta. Tu presencia era imprescindible. Llegabas siempre con tu bolso negro (una especia de cartera colgado al hombro) y esta chispeante mirada cargada de ideas y no excenta de algún incontrolable cinismo. Defendías tus criterios en voz alta y con el mismo ímpetu comías esos enormes sánwiches de jamón y huevo, mientras vociferabas feroces venganzas contra aquellos que no se atreviesen, al menos de vez en cuando, patear algunos traseros con la ética y la estética. Eras un provocador. Así te conocí y te respeté en esa Lima gris y húmeda de aquellos años. Después tuvimos la oportunidad de encontrarnos muchas veces, compartir lomos saltados, sueños y aventuras. Fuiste el anfitrión por el cual conocí a otros argentinos, algunos escapados, otros expulsados que llegaban esa ciudad de paso o a paso de fugitivos. Nunca voy a olvidar esa noche, en el Haití de Miraflores cuando entraste decidido a trompearte con algún otro teatrista, con quién tus diferencias estéticas era irreconciliables. Así eras: capaz de resolver discrepancias artísticas a los puñetes. Además de riguroso con tu trabajo y generoso con tus amigos. Se te va extrañar, Lucho. Al menos aquellos pocos que quedamos del grupo Teatro de la Peste. Y de los que tuvimos, aun como simples espectadores, la posibilidad de entender y expectar tus puestas en escena. De algún lugar de la memoria, mi sentido homenaje a este hombre de teatro, amigo y compatriota.
Gustavo Mac Lennan todavía en Baires 4816 5641
gustavomaclennan@gmail.com

El cuerpo en escena

El cuerpo en escena
(GMcL, 15/9/07)

El cuerpo lo es todo en el teatro, sobre todo el cuerpo vivo. La presencia del actor vivo frente al espectador es el sino del teatro. Pero no siempre fue así.
En sus comienzos –si tomamos el teatro griego como algún comienzo– el actor ocultó su cuerpo debajo de grandes togas, zapatos (coturnos) y máscaras (personæ, de allí el nombre de personaje, disfraz detrás de cual se resguarda el actor/actriz).
Hay quien dirá que en los grandes escenarios griegos –de día y al aire libre–, en sus anfiteatros, había que agrandar el cuerpo con grandes vestimentas, y las máscaras cumplían el rol de amplificadores de la voz. Además, esas vestimentas ponían la diferencia entre los oficiantes y las personas comunes. Así aparecían en escena los dioses y semidioses, las musas y titanes que ocupaban los cielos del Olimpo para con grandes voces decir verdades universales y los pobres humanos trayendo sus simplezas.
Pero si vamos más atrás, veremos que los humanos ocultaron su cuerpo, el verdadero, detrás de pieles, cuernos y ramas: así se camuflaban no sólo en las cacerías ancestrales sino en los actos y bailes públicos. Incluso los sacerdotes ocultaron el cuerpo detrás de imágenes animales como en Egipto o, como en el Perú de hace 10.000 años, hablaban desde los templos con los fieles a través de largas cañerías para que se escucharan sus pedidos y amenazas, pero no se les viera sus cuerpos.
Ya más cerca de nosotros, el cuerpo comenzó a descubrirse. Los escotes de las mujeres, las pelucas y maquillajes de los hombres en las cortes y hasta un rey francés hizo gala de su habilidad como bailarín clásico. La exaltación del cuerpo estaba en su apogeo. Recordemos que algún tiempo antes estaba prohibido por la Santa Iglesia mostrar partes descubiertas del cuerpo humano que no fueran cara, manos y pies. Pasó mucho tiempo antes que apareciera el cuerpo de Jesús en pinturas o el martirio de San Sebastián.
De hecho toda vestimenta sirve para esconder –y deformar– al cuerpo. Pareciera que no hay tal cosa como el cuerpo natural (desde aquel ominoso día en el Paraíso con cuatro originales desnudos: Eva, Adán, la serpiente y la manzana).
Pero volviendo al teatro, el cuerpo se adueñó de la escena. Desde la Comedia del Arte hasta el realismo y el psicologismo. Y también por encima o fuera de estos estilos. Artaud y Deleuze han trabajado en profundidad sobre ello. No sólo en la exaltación sino también en su escarnio, uso y configuración.
Pero el cuerpo, como la vida, cambia, y cambia su representación y percepción.
Mucho más cerca de nosotros, a principios del siglo XX, el cuerpo deja de ser una totalidad en escena, y Gordon Craig crea el actor títere o marioneta. En muchas de sus representaciones, los actores apenas si mostraban una mano, un brazo o parte del pie detrás de bastidores. El cuerpo humano era sólo parte de la escena; y como tal aparecía: compartido, partido (o despedazado). En esos años otras experiencias le daban al cuerpo características extraordinarias, actores que volaban, se deslizaban con roldanas y aparejos (como se puede ver hoy en Le Cirque du Soleil o el local De la Guarda). Nada es nuevo en el teatro.
Los actores no sólo salían a escena: se salían de la escena (o del escenario) invadiendo plateas y creando lugares nuevos de representación. Hoy las “performance”, las “instalaciones”, los espectáculos en lugares no convencionales son moneda común. El subterráneo, edificios abandonados, ómnibus, la propia casa de uno pueden ser lugar de representaciones teatrales. Las plateas ya no son estáticas sino dinámicas. Muchas veces los espectadores deben desplazarse por ámbitos cerrados o abiertos, de día y de noche siguiendo la escena.
El fenómeno no sólo sucede en el teatro: el cine y la televisión proponen otros usos del cuerpo humano. En el caso del cine se agregan olores (un sentido más a los de la vista y el oído) y la posibilidad de cambiar ya no sólo finales sino escenas completas.
La TV viene a paso de vencedores: el cuerpo no sólo ha crecido, sino que el mostrarlo como vino al mundo es moneda corriente. Antes, por la pequeña dimensión de su pantalla, la TV se centraba en la cabeza de la gente (actores, periodistas, locutores, animadores, entrevistados). En algún mágico momento ya no era necesario subir las manos hasta la cara para que se vean en pantalla; la cámara comenzó a buscar otras partes del cuerpo: brazos, piernas, senos, hasta “bailando por un caño”. Y aquí comienza lo que denomino “el efecto Madonna”: poner afuera lo que está adentro, oculto o privado. La TV es ahora una feroz cámara indiscreta que muestra todo. Sobre todo mujeres vistosas en portaligas, travestis y hombres feos, barbudos y deformados. El cuerpo pasó a ser, así, como en los antiguos circos: bellas trapecistas y feos payasos. Mujeres de toda edad capaces de sacarse hasta el alma por ’’30 de fama. Hombres que se babean y asustan por torpes. Y la TV manda. Define –a pesar de su baja definición– los parámetros de la percepción, al punto que “lo que no aparece en TV no existe”. Hoy no sabemos con certeza si en un noticiario el entrevistado llora porque está dolido, o porque está en TV. La “caja boba” ya no es tan boba. Al mostrar el cuerpo entero, sin haber modificado el tamaño de los televisores, lo que ha hecho es achicar todo. Poner todo en un mismo nivel: enano, esquizofrénico, a ras del suelo. Y todos seguimos estos nuevos parámetros. Ya no somos ni niños, ni adultos, ni ancianos: sólo pequeños títeres dentro de una pequeña pantalla.
Esto es en sí una definición de vida. Somos imágenes descartables; valemos por lo que mostramos: poco. Podemos matar miles de personas con sólo apagar la TV.
Parece que nuestras sociedades, a pesar del tiempo tienen poco respeto por el cuerpo. Nunca como ahora hombres y mujeres hacen tanto por transformarlo: liftings, acoples, pelos, implantes, cirugías, tratan de mostrar cuerpos distintos del original; y cuando pasan los años esto se acentúa (a pesar de los malos resultados, aun en la diva Susana Giménez, cada vez más bonita pero más gorda).
Todo parece comenzar con el estadio del espejo. Cuando el humano nace, es prematuro: el bebé nace desintegrado, sólo ve lo que se lo pone delante, sobre todo su madre. Y eso piensa que es: su madre, hasta que se mira al espejo y ve otra imagen. Imagen que no le gusta para nada, porque no la entiende. Él quiere sólo la teta (más que su leche), los mimos y caricias de la madre. Pero este espejismo dura poco. Debe comenzar el verdadero trabajo de parto: constituirse en un cuerpo propio, integrarse. Este camino está lleno de dificultades: su cuerpo cambia, su altura cambia, ya no está todo el tiempo echado, sino que puede ponerse en cuclillas y hasta de pie. Para colmo, la madre ya no le hace tanto caso, tiene a otro (o a otros). Entonces comienza un verdadero vía crucis: su cuerpo, ese que tanto le ha costado entender y aceptar comienza a modificarse, y las modificaciones son muchas veces muy fuertes. No sólo le crecen cosas, sino que cambian los pelos, los olores y hasta la voz. El pobre humano lucha afanosamente por conservar el cuerpo original, pero pierde en el intento.
Y algo parecido nos sucede en escena. El cuerpo ha sido tratado de muy diferentes formas en todas las épocas. Se ha presentado de mil maneras; desde la proporción áurea de Luca Pacioli (matemático del Renacimiento que la llamaba la divina proporción, Leonardo Da Vinci sección áurea y el astrónomo alemán Johannes Kepler la usó como ejemplo para demostrar que era, junto al Teorema de Pitágoras, las dos cosas más perfectas del universo).

Sin embargo el cuerpo entró y salió de escena de muchas maneras: fue protagonista, deuteragonista, antagonista, hizo bolos e incluso fue extra (alcanzó, en algunos momentos, a ser echado sin contemplaciones). Obras a telón cerrado, a oscuras, por Internet, imágenes electrónicas inundan los escenarios. El mundo virtual desplaza sin miramientos al mundo real. Para algunos, esto no es más que parte de esa loca carrera por integrarnos, aunque al final del camino, como a Caperucita Roja, la espere el feroz lobo. No hay piedad para Hamlet, rezaba el título de una obra de Mario Trejo y Alberto Vanasco, puesta por grupo Teatro de la Peste allá por 1965 en Baires.
¿Seguiremos negando el cuerpo en este siglo XXI que recién comienza? ¿Cuál será el nuevo escenario? ¿Volverá el cuerpo a la escena?


Gustavo Mac Lennan, actor

Sobre el cuerpo

EL CUERPO (GMcL, 3/9/07)

Por un cuerpo
Bailando por un cuerpo
Cuerpo de baile
Ponele el cuerpo
Cuerpo al cuerpo
Cuerpo de ejército
Lo que menos importa es el cuerpo
Había que poner el cuerpo
Mi cuerpo es inseparable (Túpac Amarú)
Mi cuerpo es insuperable (Marilyn Monroe)
La librería tiene 2000 cuerpos
Cuerpo diplomático
Un armario de dos cuerpos
El cuerpo del delito
Cuerpo a cuerpo
A cuerpo de rey
En cuerpo y alma
Me volvió el alma al cuerpo
(y siguen los cuerpos...)

Me llegó un mail del Perú donde se anunciaba el final de temporada de una obra de teatro; y el mail decía: “Ultimas funciones de El Cuerpo femenino”.
Y se me ocurrió preguntarme: ¿por qué y cuáles son las últimas funciones del cuerpo femenino. ¿Y las primeras? ¿Sólo hay cuerpo femenino? ¿Qué tiene de singular? No tengo muchas respuestas, más bien son interrogantes. Pero bienvenidos sean.
Desde el teatro –y esto no pretende dictar ninguna cátedra– el cuerpo es lo más importante. Somos actores porque accionamos con el cuerpo. Si sólo habláramos seríamos locutores. Y aun así la voz sale del cuerpo. Pero el cuerpo, su exposición y valoración, ha cambiado. Cambió en la Medicina, donde el cuerpo está descuartizado en especialidades irreconciliables. Cambió en la televisión, donde antes sólo se privilegiaba la cara (PP – primer plano) para dar realidad a la imagen chica y ahora lo que vale es el cuerpo entero, desnudo y si es femenino y con portaligas, mejor (aunque los portaligas, senos, maquillajes, plumas y tacones han dejado de ser atributos sólo femeninos).
Todo esto, a mi entender, comenzó con los primeros pininos de una actriz/cantante: Madonna. Ella fue el reflejo eficaz de un gran cambio en los modos de expresión y de percepción: hacer público lo privado; sacar afuera lo que estuvo adentro; ponerse la ropa interior en el exterior. Así lo llamé: el efecto Madonna.
Y con los cuerpos sucedió algo notable. Al de las mujeres se le exaltó las partes y el todo en una curiosa sinécdoque, no prevista por Greimás. Bajó la edad de las modelos de pasarela, hasta menos de los 12 años. Subió la edad de las sex-simbols hasta más allá de los 60. Hoy, las mujeres más mostradas, exitosas, veneradas y deseadas, aun por los niños, son Moria Casan y Susana Giménez. Es más, desde hace algunos años nuestras principales vedettes son dos hombres: Florencia de la V y XXXXXXX.
Los hombres hemos vuelto casi a las épocas de las cavernas, somos tontos.
El modelo sería así: todas las mujeres sueñan con ser putas.
Todos los hombres somos mostrados deformes, torpes e imbéciles.
Y es muy posible que lo seamos. Hemos aceptado y homologado una nueva escala de valores. Hoy, la moda nos obliga a estar despeinados, barbudos y sucios.
Cuanto más sucios, desprolijos, pelados o casi rapados como enfermos de sida aparezcamos, parece que somos más atractivos.
La mujer, no. Ella y su cuerpo deben aparecer regios. Las presentadoras de TV, aun las más serias, deben mostrar grandes escotes o, al menos, grandes tetas. Sólo podrán aparecer si son muy bonitas, con vestidos de moda y cuanto más pegado al cuerpo, mejor. El culo ha pasado a ser casi la parte de adelante del cuerpo femenino. Una mujer vale por el culo que tenga (o muestre). Eso que es lo único que no nos diferenciaba a hombres de mujeres –la parte posterior del cuerpo humano– hace hoy la diferencia. La TV, esa pantalla chiquita que crece y crece no ha vuelto el alma al cuerpo. En realidad nos ha devuelto el cuerpo entero. Sobre todo el cuerpo femenino.
Los programas más vistos son “Bailando por un sueño”, “Patinando por un sueño” y “Bailando por un caño”, donde en este último alternaron damas, damitas, señoras, señoritas, putas, putitas, actrices, vedettes, gordas, flacas, jóvenes, viejas, hasta símbolos internacionales de protesta como la entrerriana Carozzo.
Pero volvamos al cuerpo, sobre todo al cuerpo femenino por ahora.
Para una mujer es casi natural cuidar su cuerpo. Usa cremas, lociones, máscaras, pilates, gimnasio, dietas, miles de yogures con cosas indescifrables (e inexistentes), joyas, ropas cómodas y de las otras, peines, cepillos, vinchas, champús, esmaltes y una parafernalia de artimañas para que su cuerpo luzca. Las jóvenes son cada vez más jóvenes y las viejas cada vez más viejas. No hace mucho una mujer a los 40 estaba acabada. Hoy las mujeres de más de 60 disputan codo a codo con las pendex.
¿Qué cambió? Sí, por supuesto cambiaron ellas. Pero también cambió la percepción del común de las gentes. Los avances tecnológicos nos vienen cambiando la óptica a todos desde hace un buen tiempo: todo es más frágil, más rápido, más efímero.
No hay memoria ni se busca rastros de ella. Todo es “flat”, aquí y ahora. Lo que vale es lo que es. Es lo que hay. Así cayó, así quedó.
Entonces todo es lo mismo: atrás que adelante; afuera que adentro; antes que después; lo lindo y lo feo. No hay diferencias. La modernidad nos ha pasado (y pisado) como una aplanadora. Todo está al mismo nivel, comprimido a ras del suelo.
¿Y el hombre? Pobre, pobre... como diría Vallejo. Rompió amarras con sus valores viejos y aún no encontró los nuevos. Parece que sí, estas pueden ser sus últimas funciones. Como en el parto femenino (del otro no ocuparemos más adelante), sólo se ve una hinchazón amorfa y silenciosa. Sólo después del parto tendrá pies, orejas, pelo y clave fiscal o su nombre en una placa.
Y ya que hablamos de parto, los bebés, aunque enteros (al gran temor de sus madres al verlos nacer) nacen desintegrados, desarticulados, despedazados. Tardan muchas horas, días meses y a veces años en ser indivisos, individuos. Aun así, les lleva otros muchos años despegarse de sus progenitores y levantar vuelo (esto lo digo por esa maravillosa edad del pavo –ave al fin– [y la pavota] a la que todos estuvimos expuestos).
Ese cuerpo desarticulado se mantiene a ras del piso (o en brazos maternos) para poder, poco a poco, tomar la vertical humana a pesar de los mimos, pañales y el talco. Son las madres, padres, tíos, amigos quienes le preguntan al asustado niño: “¿de quién son esos ojitos?”, “¿y esa boquita?”, “¿y esos bracitos?”, “¿y esa pancita?” y así, creando en el infante dudas freudianas muy difíciles de superar, aun de adultos. Sí, ¿de quién son? ¿De quién este cuerpo que se enferma, se lastima, crece, engorda, se ensucia y hasta es, algunas veces, picaneado? ¿Por qué mis ojos de adentro me muestran de una manera y los ojos de afuera me hacen ver de otra? ¿Quién es ese/a que está frente al espejo cada mañana? ¿Soy dueño/a de mi cuerpo? ¿Por qué los hombres quieren más a los cuerpos de las mujeres que a las mujeres mismas? En Lima, Perú, por ejemplo, a una mujer se le dice “un cuero”; el cuerpo perdió la p (y puede que algo más también).
Dicen que cuando un humano muere, su cuerpo pierde 21 gramos. Digamos que a una persona normal de 60 kilos promedio, se le borra al morir 0,0000012%. ¿Es ese el peso de la vida: 0,0000012%? ¿Todo lo demás es el cuerpo? ¿Sabemos tan poco (y tratamos con tanto desdén) al 100.000% de un ser humano vivo?
Como ven, no tengo muchas respuestas a la pregunta del principio sobre qué es el cuerpo. Más bien interrogantes. Y mucho menos sobre el cuerpo femenino. Ese es un misterio. La mujer en su totalidad es misteriosa, en alma y cuerpo. Es más bella y atractiva cuanto más cosas se le mueven (aunque ella trate de estar siempre dura). En el hombre es al revés: si algo se le mueve está perdido (o gordo o viejo).
Cuando a un hombre se le hincha algo, está enfermo y si le sangra es para ambulancia. La mujer se hincha y deshincha muchas veces y sangra durante años todos los meses. El hombre, para lucirse, trata de parecerse a las mujeres, busca sus atributos, imita a su cuerpo. El hombre es fálico: es cuando no está (volviendo a Freud creo que algo dice sobre esto). La mujer es tierra; el hombre, aire. Se dice que sus cuerpos son dos partes de una misma cosa, de allí eso de “mi media naranja”. Pero el matrimonio (y la pareja) a pesar de su género son femeninos. Es por eso la importancia del cuerpo y la mujer. Son como un libro abierto escrito en un idioma indescifrable. Ahí están todas las respuestas que no podemos leer. Hay que hablar un poco más con ellas para entenderlas.
Sobre el cuerpo... alguna vez les contaré algunas cosas.
Gracias por haberme escuchado.

Gustavo Mac Lennan

El muro y el mundo

¡TENEMOS QUE DECIR BASTA!
No queremos vivir (ni morir) en un mundo así.
GMcL, 11/2/2007

El mundo está mal. Cada vez peor. Los que creen que lo manejan han demostrado que no saben cómo. Dicen que quieren un mundo libre, democrático.
Y lo único que han logrado es encerrar a gran parte de la humanidad. Y encerrarse ellos mismos. Creen en las rejas, en los muros, en los ejércitos de ocupación, en los barrios privados. Parecen no darse cuenta que son ellos los que están privados: privados de inteligencia, privados de solidaridad, privados de derechos humanos, sociales, culturales. Privados de todo lo bueno que contiene la vida. Viven en burbujas acantonadas y defendidas por soldados y policías represores. Pagan millonadas en hacer la guerra: no quieren hacer el amor ni dejar hacerlo. Por eso, creo, que debemos decirles ¡basta!
No queremos seguir viviendo así más tiempo. El tiempo de esto se acabó. No vamos a vivir ni dejar para nuestros hijos un mundo así. Tampoco vamos a morir en el intento. Vamos a construir otro mundo sin muros ni alambrados. Sin países embargados. Sin ejércitos de ocupación. Sin ejércitos ni policías represores. Sin barrios privados. No vamos a privarnos de nada. Tenemos derecho. Queremos un mundo donde quepan todos los mundos. Sin exclusiones. Solidario. Abierto. Y lo estamos haciendo desde abajo. De a poco. Muchos todavía no lo ven. Pero se siente. Está cerca. Casi a la vuelta de la esquina. Es inevitable. Y lo vamos a ver pronto. Ya empezaron a caer los muros.

El muro y su historia en el mundo
26 de octubre de 2006

REDACCIÓN CENTRAL (EFE).— El muro doble de cemento que construirá Estados Unidos en la frontera con México, para reforzar la seguridad en la zona y controlar la inmigración ilegal, es uno más de los numerosos obstáculos, barreras, vallas, verjas y alambradas construidos desde hace siglos para separar o proteger a unos pueblos de otros (hay ya un muro de alambrados electrificados desde hace años).


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Algunos ejemplos de muros o barreras famosos son
1. CHINA
La Gran Muralla china cruza de oeste a este el norte de China y tiene más de seis mil kilómetros. Su origen se atribuye al primer emperador, Qin Shihuang, que en el siglo III antes de Cristo ordenó su construcción para impedir los ataques de las tribus nómadas y ganaderas del norte. La muralla fue ampliada durante la dinastía Han y Ming (siglos XIV a XVII).
2. GIBRALTAR
El Peñón de Gibraltar fue cedido por España al Reino Unido en 1713 por el Tratado de Utrecht y ha sido objeto de litigio soberano desde 1940. En 1909 las autoridades británicas levantaron unilateralmente una verja y en 1969, tras aprobarse en Gibraltar el Estatuto Autónomo, el gobierno español de Francisco Franco cerró la frontera, que se abrió definitivamente en 1985.
3. VIETNAM
En 1945, cuando el líder comunista Ho Chi Minh proclamó la independencia de Vietnam —protectorado francés desde 1883—, el país entró en una guerra que duró 30 años. La primera guerra indochina contra Francia terminó con victoria vietnamita en 1954 y la división en dos zonas militares —una en el norte controlada por las fuerzas de Ho Chi Minh, y otra en el sur bajo un dominio breve del Ejército francés—. Tras la victoria comunista y la rendición del sur en 1975 en la segunda guerra de Indochina, ambas partes se reunificaron bajo el nombre de República Socialista de Vietnam.
4. SAHARA OCCIDENTAL
Fue colonia y provincia española hasta 1975, cuando fue cedida a Mauritania y Marruecos y cuyo derecho sobre este territorio no está reconocido internacionalmente, ni tampoco por el Frente Polisario, que se declara representante legal del pueblo saharaui. Está dividido en dos partes separadas por un muro de arena de 2,500 kilómetros levantado por Marruecos en la década de los 80 para controlar el norte y oeste, zonas de mayor riqueza, mientras que el Polisario ocupa la zona fronteriza con Argelia y Mauritania, en el este.
5. YEMEN
Yemen se independizó de Gran Bretaña constituyéndose en reino tras la Primera Guerra Mundial. Tras dos guerras civiles, en 1962 y 1967, el país se dividió en dos —República Árabe del Yemen del Norte y República Popular del Yemen del Sur—. En mayo de 1990 culminó la reunificación después de lentas negociaciones para integrar a dos modelos de sociedad bien diferenciados.
6. COREA
Corea, liberada en 1945 del dominio japonés por soviéticos y estadounidenses, fue dividida en dos dictaduras enfrentadas —una comunista al norte y otra capitalista al sur—. Finalizada la guerra (1950-1953) las dos Coreas firmaron el armisticio en 1953 por el que se creó una zona desmilitarizada en Panmunjon (paralelo 38) de cuatro kilómetros de ancho. El área de Panmunjon está plagada de puestos de observación, que se extienden a lo largo de la frontera de 250 kilómetros. Es la frontera mejor guardada del mundo, con más de millón y medio de soldados a ambos lados. Está controlada por la ONU y desde que se firmó el armisticio en 2000 más de 500 personas han muerto en incidentes. Ambas Coreas aún no han firmado la paz.
7. IRLANDA
En 1919 los diputados del Sinn Fein, corriente republicana nacionalista, reunieron en Dublín el primer Parlamento, que proclamó la independencia de la República de Irlanda. Ese año empezó la guerra anglo-irlandesa, que duró dos años, cuando el Reino Unido reconoció a Irlanda como Estado Libre constituyéndose en soberano en 1937. La isla quedó dividida —26 condados pasaron a formar parte de Irlanda y seis fueron constituidos por Londres en provincia— Irlanda del Norte (Ulster). Las localidades del Ulster han padecido la construcción de muros de separación debido a los enfrentamientos entre católicos y protestantes.
8. CHIPRE
Chipre obtuvo la independencia en 1960, aunque las comunidades greco y turcochipriotas siguieron enfrentadas, lo que obligó a la ONU a intervenir en 1964. Desde 1974 está dividida cuando Turquía intervino militarmente para proteger a su minoría (un 10% de la población) contra el intento de la junta militar griega de anexar la isla a Grecia. Desde entonces, 35 mil soldados turcos ocupan el 37% del territorio, en el norte, donde en 1983 fue creada la República Turca del Norte de Chipre, reconocida sólo por Ankara. La parte grecochipriota es la única reconocida internacionalmente como país independiente y en mayo de 2004 ingresó en la Unión Europea.
9. ALEMANIA
El llamado Muro de Berlín comenzó a levantarse el 13 de agosto de 1961 mientras la ciudad dormía. Se construyó para separar el sector soviético del occidental a lo largo de 1,378 kilómetros de frontera entre las dos Alemanias, de los que 43 kilómetros de muro se elevaron en la capital. Permaneció en pie durante 28 años y dividió la ciudad hasta su caída el 9 de noviembre de 1989. Desde su construcción murieron al menos 79 personas, más de cien resultaron heridas de bala al intentar franquearlo y cuatro mil lograron cruzar a Occidente. Su derribo definitivo, en 1990, supuso la reunificación alemana y el fin de la Guerra Fría.
10. MELILLA Y CEUTA
Las vallas fronterizas entre las ciudades norteafricanas españolas de Melilla y Ceuta y Marruecos comenzaron a construirse en la década de 1990 para evitar el paso de inmigrantes indocumentados y el contrabando. El de Melilla mide 11 kilómetros y tiene tres metros de altura. Entre octubre y septiembre de 2005 se produjeron avalanchas de inmigrantes que provocaron al menos 14 muertos, lo que obligó a las autoridades españolas a construir una segunda valla. El de Ceuta tiene 8.2 kilómetros, y una altura que oscila entre tres y seis metros.
11. CISJORDANIA
El muro comenzó a construirse en 2002 durante el gobierno israelí del primer ministro Ariel Sharon para evitar la infiltración de terroristas suicidas palestinos en Israel. Hasta mayo de 2006 se han construido 336 de los 790 kilómetros previstos. La obra afecta a más de 875,600 palestinos de Cisjordania. La barrera transcurre a lo largo de la "línea verde" pero dentro de tierras palestinas y ha creado 22 enclaves que han quedado emparedados aislando a sus cerca de 450 mil habitantes. En 2004 el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya declaró ilegal el muro.
Estados Unidos
Tras un agitado debate sobre la inmigración ilegal, el 14 de septiembre de 2006 la Cámara de Representantes de EU, bajo control republicano, aprobó un proyecto de ley que permite la construcción de un doble muro de 1,125 kilómetros en la frontera con México para atajar el flujo de inmigrantes indocumentados. El 17 de mayo el Senado aprobó una enmienda que prevé la construcción de un muro de 595 kilómetros y otros 800 kilómetros de barreras para impedir el paso de automóviles. Bush ha firmado hoy la Ley del Muro que autoriza a construirlo.
12. ARABIA SAUDITA
Arabia Saudita estudia la posibilidad de construir una valla a lo largo de los 900 kilómetros de frontera con Irak para evitar que los terroristas entren en el reino desde el país vecino.
13. CHINA
China restaura y refuerza una zona de separación con alambradas de su frontera con Corea del Norte ante el temor a una avalancha de refugiados. La frontera tiene 1,400 kilómetros de extensión.
14. AFGANISTAN/PAKISTAN
15. CUBA – Guantánamo
16. INDIA7NEPAL
17. LIBANO/ISRAEL
18. IRAN/IRAK
19. IRAK/KUWAIT
20. INDIA/BANGLADESH
21. EEUU/MEXICO

PAISES CON EMBARGO

1. CUBA
2. LIBIA
3. IRAN
4. IRAK
5. AFGANISTAN
6. LIBANO
7. COREA DEL NORTE
8. SOMALIA
9. LIBERIA
10. PALESTINA
11. EL TIBET
12. RUANDA
13. (ex YUGOESLAVIA: CROACIA/SERBIA)

PAISES CON TROPAS MILITARES EXTRANJERAS
1. KOSOVO
2. SERBIA
3. CROACIA
4. CUBA
5. PARAGUAY
6. PERU
7. ECUADOR
8. COLOMBIA
9. PANAMA
10. GUATEMALA
11. HONDURAS
12. KUWAIT
13. IRAK
14. AFGANISTAN
15. TURQUIA
16. CHECHENIA
17. EL TIBET
18. SOMALIA
19. SIERRA LEONA
20. RUANDA
21. LIBERIA
22. CHIPRE
23. ESPAÑA
24. IRLANDA
25. COREA DEL SUR
26. TAIWAN
27. MYANMA (ex Birmania)
y siguen las firmas...